Luchas sarcásticas. Humillaciones negativas. Miradas ardientes. Explosiones volátiles de ira. Puertas azotadas. Sentimientos desesperados de soledad. Silencio incómodo.
Estas descripciones representan los matrimonios en muchos hogares y familias. También describen muchos hogares pastorales.
No somos inmunes, ¿verdad? Es posible que usted haya llegado al grado de buscar excusas para no estar en casa. O estar allí el menor tiempo posible. En el ministerio, es muy fácil justificar nuestra ausencia ¿verdad? Aún en nuestras propias mentes. Por muchos años de los que quisiera acordarme, fui tan inseguro y temeroso que frecuentemente interrogaba a mi esposa Cynthia; le hacía preguntas insignificantes e indagantes que realmente no eran más que acusaciones encubiertas.
Es asombroso que ella lo haya soportado. Finalmente tuvimos una de esas famosas confrontaciones que han tenido todos los matrimonios. No es necesario repetirlo, pero me hizo ver clara y dolorosamente que yo la estaba sofocando. Yo estaba imaginando cosas que ella jamás había pensado en hacer. . .y esto tenía que parar. Sus palabras me hirieron, pero ella hizo lo correcto. Gracias a Dios, la tomé en serio. Empecé a trabajar sobre este lado feo de mi vida. Confesé mis celos a Cynthia. Le aseguré que jamás la trataría otra vez con tanta desconfianza. Le pedí a Dios de Su gracia para ayudarme, para que me sanara de este hábito tan destructivo que yo había desarrollado, y que me diera la habilidad para amar y darme a mí mismo a esta mujer sin todas las condiciones tan sofocantes. Recuerdo claramente cuanto me ayudó tener un buen entendimiento de la gracia. Fue como si la gracia por fin hubiera despertado en mi vida y me pudiera apropiar de su poder por primera vez. Fue como haberme liberado; primero en pequeñas maneras, y finalmente en áreas mayores. Hoy puedo decir honestamente, que no me permito abrigar en mi mente un solo pensamiento de celos. La gracia literalmente me hizo hacer “borrón y cuenta nueva”. He dicho por muchos años que mi lugar favorito en todo el mundo es la parte interior de la entrada a mi casa. Me encanta absolutamente estar en casa. Es allí donde encuentro máxima. . .
- seguridad
- aceptación
- llenura y rendición de cuentas
- responsabilidad
- harmonía
- honestidad
- amor
Por qué? Porque estamos comprometidos a un común denominador: la gracia. Me gusta el resumen de Pablo de cómo la gracia trabaja: . . .pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios. (Romanos 5:20) ¡Qué maravilloso es eso!
- La gracia abundante libera y afirma. No sofoca.
- La gracia abundante valora la dignidad de los individuos. No la destruye.
- La gracia abundante sostiene y alienta. No es celosa y suspicaz.
¿Qué se requiere de nosotros como pastores para que seamos atentos, alentadores y creativos con nuestras esposas como con los que se sientan frente a nosotros los domingos?
Yo tengo la respuesta: se requiere de gracia