Al considerar el crecimiento de la iglesia debemos pensar estratégicamente, debemos predicar creativamente, y nuestra adoración debe conectar. Absolutamente. Pero también debemos tener cuidado. Una mentalidad de mercadeo y un marco mental de consumidor no tiene nada que hacer en la iglesia de Jesucristo. Con esto quiero decir que Jesús NO es una marca comercial; el pensamiento humano NO guía la obra de Dios; y la iglesia NO es una corporación. La iglesia de Jesucristo es una entidad espiritual, dirigida por el Señor mediante los preceptos de su Palabra.

Si sacrificamos los elementos esenciales de enseñanza, comunión, partimiento del pan y la oración en el altar de la estrategia, creatividad, entretenimiento y “pertinencia,” hemos abandonado las principales razones por las que la iglesia existe. Debemos edificar sobre esos esenciales, y no intentar reemplazarlos.

En su Segunda Carta a Timoteo, el apóstol Pablo subraya los principios de una iglesia contagiosa. Empieza el capítulo 2 con un mandamiento que provee un medio ambiente de iglesia que es a la vez bíblico y atractivo:

Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. (2 Timoteo 2:1)

Del verbo esfuérzate obtenemos este distintivo de una iglesia contagiosa: Siempre es necesario ser fuertes en gracia. Eso suena sencillo, pero será uno de los principios más difíciles de aplicar en una cultura de consumismo.

¿Por dónde principia la aplicación de este principio? Por los líderes de la iglesia. Pablo podía escribir este mandato porque él mismo lo ejemplificó. Él proclamó gracia, promovió la gracia. Su mensaje fue el evangelio de gracia. Él modeló gracia, confiaba en la gracia. Pablo nunca se olvidó de la importancia del favor de Dios inmerecido en su propia vida, y eso permeó todo su ministerio (Romanos 3:23–25; Efesios 2:8; Tito 3:4–7).

¿No es asombroso que a este exfariseo legalista, este hombre violento cuya vida en un tiempo se caracterizó por asegurarse de que se eliminara a los cristianos, la gracia lo detuviera en seco? Al estudiar la vida de Pablo, halló la gracia entretejida como una hebra de plata por todo el colorido tapete de su ministerio. Pablo se convirtió en el preeminente portavoz de la gracia.

El mensaje de Pablo ofrece las buenas noticias gracias a los perdidos. Imagínese el impacto que nuestras iglesias harían en nuestras comunidades si cada creyente estuviera firmemente comprometido a hablarle del evangelio de la gran gracia de Dios una vez a la semana a alguien que manifiesta una necesidad. Los perdidos necesitan oír cómo pueden cruzar el puente de una vida llena de vacío, culpa y vergüenza, a una vida que rebosa misericordia, paz y perdón; todo debido a la gracia de Jesucristo. Nosotros ayudamos a construir este puente cuando con amor y paciencia comunicamos el evangelio.

No se necesita un título de un seminario. No hay que saber abundante vocabulario religioso, y ni siquiera los matices de la teología. En su propia manera auténtica, sincera, y sin reservas, simplemente háblele a otras personas de lo que Cristo ha hecho por usted. ¿Quién sabe? Tal vez no pase mucho tiempo antes de que usted tenga el gozo de conducir a una persona espiritualmente perdida de la oscura mazmorra de la muerte a cruzar el puente a la esperanza liberadora de una nueva vida en Cristo.

¡Qué emocionante, y qué contagioso!

—Chuck