Cuando Pablo estuvo en el Areópago, en Atenas, y proclamó a los perdidos la gracia de Dios, predicó a una multitud de escépticos, críticos, y los que nosotros podríamos llamar “pensadores sofisticados.” En lugar de empezar con las Escrituras, Pablo empezó con el mundo creado en el cual esos no creyentes vivían, a fin de presentarles a Jesús. Empezó con el hambre espiritual que tenían y les señaló a Jesús como la satisfacción de sus anhelos . . . y el pago de sus pecados. Pablo incluso citó a un poeta pagano bien conocido como medio de establecer un puente entre los perdidos y el Señor (véase Hechos 17:16–33).

Algunos ministerios han adoptado para sus iglesias lo que yo llamo una “filosofía areopagita de ministerio.” Modelado según el mensaje de Pablo en el Areópago, su meta es conectarse con el no creyente, o la persona posmoderna, o cualquiera al que uno llamaría un “buscador.” En años recientes el movimiento de iglesia emergente ha intentado “hacer la iglesia” (o ser la iglesia) de una manera nueva en este mundo posmoderno. Su propósito es “vida misional,” es decir, involucrarse en el mundo con la esperanza de transformarlo. Este estilo de ministerio interactúa con la cultura en una “conversación” en lugar de predicarle a la gente como profeta. Una amplia variedad de teologías y estrategias existen dentro de este movimiento actual. Algunos se apegan a creencias ortodoxas pero han adoptado maneras no muy ortodoxas de comunicación. He leído sermones que usan vocabulario que harían a la mayoría de los creyentes avergonzarse. . . y taparles las orejas a sus hijos.

¿Debemos ministrar a los que están en el mundo? Absolutamente. Esa es una respuesta a la propia oración de Jesús por sus seguidores (véase Juan 17:14-16). Pero seamos muy discernidores aquí. ¿Quiere decir esto que debemos ministrar como los que son del mundo? ¿Debemos adoptar pensamiento posmoderno para ministrar a la mentalidad posmoderna? Absolutamente no. Tal conducta y palabras no encajan en la vida del creyente (véase Efesios 5:4). Obviamente, entonces, no son apropiadas en el contexto de la adoración.

En ninguna parte del libro de los Hechos o las Epístolas vemos a una iglesia llamada a proveer una subcultura para los no creyentes. Los perdidos espiritualmente no necesitan hallar en la iglesia un mundo que se parece al suyo. Debemos relacionarnos con el mundo pero no hacer acomodos a los asuntos bíblicos esenciales de una iglesia.

Debo aclarar esto: No tengo ninguna intención de empalar a un hombre “emergente” de paja y prenderle fuego. Me doy cuenta de que de la misma manera en que nuestra cultura injustamente encajona a los evangélicos, se corre el riesgo de hacer estereotipo de la iglesia emergente; o de cualquier movimiento similar. El peligro de un análisis a brocha gorda es no lograr representar justamente a toda persona; o reconocer las excepciones.

Estoy seguro de que no todos los que se cuentan en la “tribu” de la iglesia emergente se inclinan a una teología liberal sin ninguna creencia en absolutos o convicciones tradicionales, ortodoxas. Sin embargo, mi preocupación es por aquellas iglesias en cualquier movimiento que, en un esfuerzo por conectarse con la cultura, en realidad abrazan un acomodo de la verdad bíblica. Pablo tenía la misma preocupación al escribirle con urgencia a Timoteo:

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. (2 Timoteo 4:1–2)

Vale la pena notar que esta exhortación no se dirige al oyente; es para el que habla. El que debe obedecer este mandamiento es el que proclama el mensaje. Ese es usted. Ese soy yo. Ese es todo anciano que enseña. Esos son los que son llamados a ponerse de pie y proclamar. Eso debe ser el compromiso de toda iglesia.

Permítame instarle a usted que está considerando adoptar la filosofía de iglesia emergente, o estrategias de “iglesia de buscadores” que eche un buen vistazo a lo que está tratando de hacer; y por qué. Asegúrese de mirarlo bíblicamente. Asegúrese de que puede respaldar cualquier cambio que usted implemente en su plan partiendo de las Escrituras. No mire al Areópago en Hechos 17 mientras que ignora los elementos esenciales de Hechos 2:42. En lugar de buscar justificación en la Biblia, busque y ore pidiendo dirección en el texto bíblico. Cuando la halle . . . sígala.

Le diría lo mismo a cualquier iglesia; incluyendo la mía.

—Chuck