El plan de Dios para el mañana

En tiempos turbios, la fe bíblica no es negación de la realidad; atiende otra más profunda: Dios gobierna la historia. Por eso Daniel ora antes de actuar, pide a sus amigos interceder, y cuando llega la revelación, otorga la gloria al Autor de la luz (cf. Daniel 2:17–23).

Todo el crédito al cielo

Estar en el centro de la expectativa ajena puede ser abrumador. Es ese instante cuando los ojos te miran, los corazones esperan, y el momento exige una respuesta certera. Así se encontraba Daniel: delante del rey más poderoso del mundo, con una vida en juego y un misterio por revelar. Era su gran oportunidad… pero no buscó robarse el protagonismo. En vez de brillar él, decidió reflejar la gloria de Dios.

Sin lugar para el orgullo

Si aprendes a reconocer con precisión la obra de Dios en tu vida, serás más propenso a doblar tus rodillas que a inflar tu ego. Y ese es el lugar más seguro para el alma: postrada en adoración, no parada sobre logros personales.

La fuerza de orar juntos

En tiempos de presión, en medio de la incertidumbre, busca a personas que no solo te escuchen, sino que oren contigo. Amigos que te ayuden a cargar el peso, no con consejos vacíos ni frases trilladas, sino con clamor genuino ante el trono de la gracia. No necesitas multitudes; basta con unos cuantos que crean contigo.

Fe en el borde del precipicio

Tal vez tú estás en un lugar así. Una crisis. Una pérdida. Un callejón sin salida. Una noche sin sueño. Una batalla silenciosa que nadie más comprende. Recuerda: ese puede ser el escenario perfecto para que Dios se glorifique. Porque Él no está ausente en tus límites; está obrando en ellos.

Valentía con humildad

Dios honra a quienes son lo suficientemente humildes como para no robarle la gloria… y lo suficientemente valientes como para hablar en Su nombre, aun cuando el riesgo sea alto. Esa combinación —audacia y humildad— no nace de la carne, sino del Espíritu. Pídesela a Dios hoy.

El misterio del futuro revelado por el Dios del presente

El futuro puede ser incierto para ti, pero no lo es para Dios. Él ya lo conoce, lo ha ordenado y te invita a confiar mientras caminas hacia lo desconocido con Aquel que lo conoce todo.
Dios no te muestra cada detalle del futuro, pero te asegura Su presencia constante en el camino. Eso basta para enfrentar lo que viene con esperanza.

De pie ante el rey, de rodillas ante Dios

Cuando estés frente a una gran oportunidad, recuerda que no estás allí para demostrar tu grandeza, sino para reflejar la de Dios. Sé valiente, sí… pero también sé humilde. Porque el favor de Dios no es una plataforma para la autopromoción, sino una invitación a glorificar Su nombre.

No olvides quién te dio la respuesta

No hay espacio para la arrogancia cuando reconocemos que, sin Dios, no tendríamos ni visión, ni respuesta, ni vida. Cada oportunidad, cada palabra, cada habilidad, cada puerta abierta es una manifestación de Su gracia. Hasta el aire que respiras y el discernimiento para tomar una decisión correcta vienen de Él.

El poder de recordar quién tiene el control

Y cuando recuerdas quién gobierna el universo, puedes enfrentar cualquier escenario con paz.
Hoy puede ser el momento ideal para pausar, levantar tu mirada y decir: «Gracias, Señor… aún aquí, Tú estás en control».