Proverbios 6
Salomón concluía el tema de la tentación sexual considerando las consecuencias adicionales. El notó que cuando un hombre robaba para comer, la mayoría de las personas estaban de acuerdo con lo que hacía. No obstante, esa empatía no significa obviar la justicia. La comunidad podía sentirse mal por lo que ese hombre había hecho, pero eso no excusaba su pecado, y entendían que la víctima necesitaba ser restituida a la potencia de siete. El punto de Salomón es que si una comunidad mantiene la justicia en el caso de un crimen comprensible, imagine la severidad con la que esa misma comunidad debería castigar un acto incomprensible y despreciable de pecado sexual con el cónyuge de otra persona. El castigo debe ser fuerte y severo. Recuerde que, en esos días, el castigo por adulterio era la muerte a pedradas.
En la actualidad, vivimos bajo la gracia y Dios ha pospuesto el castigo del pecado hasta el regreso de Su Hijo en el fin del mundo. Allí, toda la humanidad será juzgada por Él. Por lo tanto, si está «en Cristo», el castigo de la justicia ya fue pagado por nuestro Salvador.
Las consecuencias temporales del pecado, sin embargo, se mantienen, y esas consecuencias pueden incluir la ira de una comunidad que no perdona de igual forma. La Biblia dice: «Heridas e ignominia encontrará y su afrenta no será borrada» (Proverbios 6:33). Una conciencia culpable es algo terrible.
El término «herida» que se utiliza en ese pasaje se refiere a las cicatrices que resultan después de una enfermedad. «Afrenta» proviene de la palabra que refleja las heridas hechas por un enemigo o el escarnio que una persona honesta recibe después de un escándalo. Estos renglones describen una reputación arruinada y la pérdida completa de confianza entre los demás de la comunidad. Esta tradición hace que los demás duden de la credibilidad del adúltero en cualquier otro contexto.
Nota también otra consecuencia potencial: la ira del cónyuge a quien se ha hecho daño:
Porque tos celos del hombre son su furor, y él no perdonará en el día de la venganza. No aceptará ninguna restitución; ni consentirá, aunque sea grande tu soborno (Proverbios 6:34, 35).
Las heridas sanan, pero las cicatrices no se borran completamente.
La gracia de Dios abunda, pero la vergüenza sigue a aquella persona arrepentida como una sombra oscura. Y no hay muchas emociones tan poderosas o tristes como el arrepentimiento («si solo pudiese. . .»). Dicho esto, mi consejo es que no caiga en la tentación. No sea que un legado se convierta en una lista de arrepentimientos.
Espero que estas repercusiones potenciales se conviertan en razones fuertes para evitar el pecado sexual. No obstante, muchas personas todavía siguen cayendo. Algunos coquetean con la tentación pensando que son lo suficientemente fuertes, lo suficientemente morales, lo suficientemente sabios, lo suficientemente listos para evitar caer en ello. Pero la tentación es un camino resbaloso que lleva a la destrucción. Tome la decisión de no enfocarse en evitar el pecado. Enfóquese en evitar la tentación.
Reflexión: Piense en aquella tentación difícil que enfrenta hoy. Haga una lista de las consecuencias que podría sufrir si cayera. Algunas consecuencias son más probables que otras, pero de todas maneras escríbalas en la lista. Catalóguelas en orden de severidad. Mantenga esa lista a mano cuando enfrente nuevamente la tentación.
Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.