Daniel 1:19–20

¿Quién eres cuando nadie espera nada de ti?

Daniel y sus amigos no eran más que jóvenes exiliados en un imperio ajeno, con todo en su contra… excepto una cosa: su fidelidad al Dios verdadero. Después de tres años de formación en la cultura, lengua y sabiduría babilónica, llegó el momento de la evaluación final ante el mismísimo rey Nabucodonosor. El veredicto fue sorprendente:

«…no se halló ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; y entraron al servicio del rey. En todo asunto de sabiduría y entendimiento… los encontró diez veces mejores que todos los magos y encantadores…» (Daniel 1:19–20, NBLA).

Lo que debía ser una muestra del poder de Babilonia terminó siendo una vitrina del favor de Dios. El rey buscaba embajadores de su imperio, pero encontró testimonios vivientes del Reino de Dios. Y Daniel no solo impresionó en esa ocasión: su vida dejó una marca duradera. El texto añade:

«Y Daniel continuó hasta el primer año del rey Ciro» (v. 21, NBLA).

Esto significa que Daniel sirvió durante más de 60 años. Sobrevivió a varios reyes, vio la caída del imperio babilónico y el surgimiento del imperio medo-persa. Y en todo ese tiempo, su integridad lo sostuvo y su fe lo distinguió. No fue su inteligencia la que lo llevó tan lejos. Fue su obediencia. Su secreto no estaba en su entorno… sino en su Dios.

¿Quieres dejar huella? No te conformes con ser el mejor según el mundo. Sé fiel al Señor y deja que Él marque la diferencia.

La fidelidad a Dios no solo te distingue… te sostiene más allá de cualquier imperio.

Adaptado de la guía de estudio, Daniel -El modelo de Dios para el futuro, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.