Salmo 103:11
Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Salmo 103:11
¿Cómo se las arregla el siervo de Dios cuando la tierra se abre bajo sus pies? He hallado gran ayuda en dos verdades:
Nada me toca que no haya pasado por las manos de mi Padre celestial. Nada. Sea lo que sea que ocurra, Dios soberanamente lo ha examinado y aprobado. Tal vez no sepamos por qué (tal vez nunca sepamos por qué), pero sí sabemos que nuestro dolor no es un accidente para el que dirige nuestras vidas.
Todo lo que yo soporto está diseñado para prepararme para servir a otros más eficazmente. Todo. Puesto que mi Padre celestial está dedicado a moldearme a la imagen de su Hijo, Él sabe el valor último de esa experiencia dolorosa. Es una parte necesaria del proceso de preparación. Está siendo usada para vaciar de nuestras manos nuestros propios recursos, nuestra propia suficiencia, y llevarnos de regreso a Él: el Proveedor fiel.
Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.