Daniel 1:2
¿Cómo pasar una prueba… sin hacer trampa?
Las pruebas más difíciles no se rinden en salones con pupitres y lápices. No se califican con letras ni se celebran con diplomas. Las verdaderas pruebas… son las del carácter.
Más duras que un examen profesional, que un juicio oral o que un proceso de admisión, estas pruebas nos llevan más allá del conocimiento. Nos obligan a escarbar en lo más profundo de nuestro ser y responder una sola pregunta: ¿quién soy cuando nadie me ve?
El libro de Daniel abre con una escena devastadora: Jerusalén ha caído. El rey Nabucodonosor de Babilonia no solo derrota militarmente a Judá, sino que también toma los vasos sagrados del templo y deporta a los jóvenes más prometedores de la nación. Daniel es uno de ellos.
«El Señor entregó en sus manos a Joacim, rey de Judá, junto con parte de los utensilios de la casa de Dios. Él los trajo a la tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios» (Daniel 1:2, NBLA).
Daniel lo perdió todo: su tierra, su idioma, su templo, su libertad. Pero no perdió su fe… ni su integridad. En medio de un sistema diseñado para reprogramarlo, Daniel se mantuvo firme. Resistió la presión. Pasó la prueba. No hizo trampa. Y su carácter brilló como la luz de Dios en tierra extranjera. ¿Qué lo sostuvo? Una convicción inquebrantable: Dios seguía estando en control… aun en Babilonia.
¿Estás atravesando una prueba? No temas. A veces, Dios te pone a prueba no para reprobarte, sino para revelarte.
Tu integridad es más valiosa que tu comodidad. Cuando lo pierdes todo menos tu carácter… aún lo tienes todo.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel -El modelo de Dios para el futuro, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.