Proverbios 12, 13, 15, 19, 22, 26
Un joven entró a una tienda y solicitó utilizar el teléfono. El gerente de la tienda escuchó lo que él decía:
—¿Necesita un joven honesto y trabajador en su negocio? (Pausa). Oh, ya consiguió un joven honesto y trabajador. Bueno, gracias de todas maneras.
El joven colgó el teléfono con una sonrisa y se dirigió a la puerta felizmente.
—¿Cómo puedes estar tan contento? —le preguntó el gerente—.
Te acaban de decir que ya tenían a alguien y que no te iban a contratar.
El joven le respondió:
—Ah, lo que pasa es que yo soy ese joven trabajador. Solo quería ver cómo andaba mi trabajo.
Si alguien le preguntara a su jefe acerca de usted y de su trabajo, ¿qué clase de respuesta daría? ¿Diría su jefe que es un buen trabajador? No lo haría si tiene los siguientes dos atributos de un perezoso:
El perezoso siempre renuncia
El negligente no alcanza presa, pero el hombre diligente obtendrá preciosa riqueza (Proverbios 12:27).
Esta ilustración revela una característica de la holgazanería: no hay consecución. Al perezoso. . .
• Le gusta pescar pero no quiere cocinar el pescado.
• Le encanta comer, pero detesta lavar los platos.
• Pinta un cuarto, pero deja que los demás se encarguen de la limpieza.
• Prefiere las buenas posesiones, pero no sabe cuidarlas.
Los perezosos no se preocupan por los detalles porque se sienten satisfechos con lo mínimo. Para ellos, la excelencia no se encuentra en su lista de prioridades.
El Perezoso vive de excusas
Dice el perezoso: ¡Afuera hay un león! ¡En medio de la calle seré descuartizado! (Proverbios 22:13).
Este dicho siempre me hace reír. Esos «leones en la calle» no son más que obra de la imaginación. Más adelante, en el libro de Proverbios, «el león» regresa:
Dice el perezoso: «¡Hay un león en el camino! ¡Hay un león en medio de las calles!». Como las puertas giran sobre sus bisagras, así también el perezoso en su cama (Proverbios 26:13, 14).
Estos proverbios utilizan una figura retórica llamada hipérbole: una imagen graciosa y exagerada que ilustra un punto válido. La primera hipérbole demuestra los extremos ridículos que un perezoso utilizará para evitar el trabajo. El perezoso capitalizará cualquier excusa, sin importar su irracional ni improbable. El segundo proverbio ilustra el único resultado posible de la naturaleza de una persona haragana. Una puerta no puede hacer otra cosa mis que abrirse y cerrarse. Al perezoso, su propia naturaleza no le permitir hacer ninguna otra cosa más que dormir.
Reflexión: ¿Tiene algún conocido haragán? Con frecuencia, estos conocidos se convierten en la excusa que necesitamos para sentirnos limitados. Reflexione en la clase de personas con las que ocupa la mayor parte de su tiempo. En la medida posible, escoja amigos diligentes y limite su tiempo con aquellas personas que exhiben los rasgos de un perezoso.
Los perezosos no se preocupan por los detalles porque se sienten satisfechos con lo mínimo.
— Charles R. Swindoll Tweet estoAdaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.