Efesios 3:14, 16
Si no ha hecho la lectura de ayer, le quiero pedir que la haga. Es crucial que usted entienda que Dios les ha dado a los cristianos un reservorio interno adicional de poder que es más que suficiente para contrarrestar lo que la vida pueda lanzarnos. En los versículos que estudiamos ayer (Filipenses 4:13; 2 Corintios 12:9; Efesios 3:14, 16; 2 Pedro 1:4; 1 Corintios 10:13), es denominada de varias maneras: fuerza, poder, naturaleza divina, capacidad.
Entonces, si tenemos esta capacidad milagrosa, ¿por qué luchamos tanto?
Seamos específicos. A menudo se reduce a una decisión entre dos conceptos comunes en nuestro vocabulario. ¡Palabras pequeñas, pero tan diferentes! No poder y no querer. Los cristianos necesitan ser muy cuidadosos en cuanto a cuáles palabras escogen. Pareciera que preferimos usar no puedo.
«Simplemente, no puedo llevarme bien con mi esposa».
«Mi esposo y yo no podemos comunicarnos».
«No puedo disciplinar a los niños como debiera».
«Simplemente, no puedo dejar la relación ilícita que tengo».
«No puedo dejar de comer demás».
«No puedo encontrar tiempo para orar».
«No puedo dejar de chismear».
No, cualquier cristiano que toma en serio esos cinco textos bíblicos que vimos (hay decenas más) tendrá que confesar que las palabras realmente debieran ser no quiero. ¿Por qué? Porque se nos ha dado el poder, la habilidad de vencer. ¡Literalmente! Y allí radica la esperanza de poder elevar las anclas que de otro modo nos tendrían fijados en el lodo y fango de la culpabilidad y la lástima propia.
Uno de los mejores libros que he encontrado sobre cómo superar la depresión es una obra espléndida por dos médicos: Minirth y Meier. El libro lleva un título apropiado: La felicidad es una decisión. Estos hombres están de acuerdo en que:
«Como psiquiatras nos estremece cada vez que los pacientes [cristianos] usan las palabras no puedo. . .
Todo buen psiquiatra sabe que “no puedo” y “lo he intentado” son simplemente excusas. Insistimos que nuestros pacientes sean honestos consigo mismos y que usen un lenguaje que exprese la realidad de su situación. Por lo que hacemos que nuestros pacientes cambien sus no puedos por no quieros. . .
Si un individuo cambia sus no puedos a no quieros, deja de esquivar la verdad, deja de engañarse a sí mismo y comienza a vivir en la realidad. . .».
«Simplemente, no quiero llevarme bien con mi esposa».
«Mi esposo y yo no queremos comunicarnos».
«No quiero disciplinar a los niños como debiera».
«Simplemente, no quiero dejar la relación ilícita que tengo».
«No quiero dejar de comer demás».
«No quiero encontrar tiempo para orar».
«No quiero dejar de chismear».
Los que no son cristianos tienen todo el derecho y la razón para usar no puedo, porque ¡realmente no pueden! Ellos son víctimas, atrapadas y atadas como esclavos en una feroz e interminable lucha. Sin Cristo y Su poder, les falta lo que necesitan para poder experimentar cambios permanentes. ¡Ellos no lo logran porque no pueden! Es una realidad. . . una excusa válida.
¿Pero personas como nosotros? Oiga, enfrentémoslo; no lo logramos porque no queremos. . . desobedecemos porque queremos hacerlo, no porque tenemos que hacerlo. . . porque escogemos hacerlo, no porque se nos obligue. Lo más pronto que estemos listos para enfrentar nuestra responsabilidad de manera realista y dejar de tener sesiones de lástima por nosotros mismos, más pronto aprenderemos y cambiaremos, y dedicaremos menos tiempo a ruborizar y culpar.
Desearía tener una manera menos ofensiva para comunicar esto, pero no puedo. ¡Oh oh!
Si hay un «no quiero» en su vida que usted ha estado llamando un «no puedo», hable ahora de ello con Dios.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.