Filipenses 4:8
Una persona es el producto de sus pensamientos propios. Los pensamientos forman el termostato que regula lo que logramos en la vida. Mi cuerpo responde y reacciona a lo que recibe de mi mente. Si lo alimento con dudas, preocupación y desánimo, eso precisamente es el tipo de día que experimentaré. Si ajusto mi termostato hacia adelante —a pensamientos llenos de visión, esperanza y victoria— puedo confiar que tendré ese tipo de día. Usted y yo nos convertimos en lo que hemos pasado tiempo pensando.
Tome un minuto para hacer trabajar su imaginación. Piense en su mente como una fábrica —un taller ajetreado y bullicioso lleno de acción y producción. Eso no está lejos de la realidad. Su mente es una fábrica de pensamientos. Cada día, esa línea de ensamblaje produce miles, posiblemente cientos de miles de pensamientos. En su fábrica de pensamientos la producción está bajo el cargo de dos capataces. Los nombres en sus cascos protectores son Sr. Ganaterreno y Sr. Echaratrás. Como puede imaginarse, el Sr. Ganaterreno supervisa la producción de ideas positivas. Con solo jalar una palanca, planes que son saludables, animadores y aseguradores, junto con ideas positivas, bajan por la línea de producción para llegar a la sala de exhibición.
El otro capataz, Sr. Echaratrás, también tiene responsabilidades. Allá en el ala oscura y húmeda de la fábrica, la contraparte del Sr. Ganaterreno produce pensamientos negativos, denigrantes y preocupantes. Ambos capataces son bien calificados para sus labores respectivas. La especialidad de Ganaterreno es producir razones por qué usted puede enfrentar la vida de manera exitosa, por qué usted puede tratar con lo que sea que venga a su vida y por qué usted es más que vencedor. El viejo Echaratrás consiguió su Maestría en la U. Inadecuada. Él está lleno de razones por qué usted no puede salir adelante, por qué usted está inhabilitado de manera lamentable, por qué usted debe darse por vencido, agachar la cabeza y capitular ante el matorral enredado de la inferioridad, las fallas y el desánimo.
Sin embargo, ambos capataces son obedientes al instante. Ellos esperan su señal para que se cuadren con atención. Si usted se da una señal positiva, el Sr. Ganaterreno entra en acción. Jalando las palancas apropiadas, Ganaterreno maneja las cosas de tal manera que uno tras otro pensamiento animador y edificante inunda su mente y llena su vida. Mientras que la producción está bajo su control firme, ni la más mínima neblina de recelo podrá ser observada flotando cerca del techo de la fábrica.
El capataz Echaratrás, por otro lado, espera la señal negativa (la que él prefiere llamar «realidad» o «sentido común») y con eso empieza a correr. En el momento de mayor producción, la línea de ensamblaje de Echaratrás genera desánimo y pensamientos de malas noticias con más rapidez de lo que la mente puede alcanzar a procesar. Pronto le tendrá convencido de que usted no puede o no quiere o no debe actuar. Si se le da el tiempo suficiente, él le restará su energía, disminuirá su confianza y lo transformará en un fatalista de cejas fruncidas y labios apretados.
Ni los más famosos escritores positivistas nunca generaron un mensaje como este —lo hizo Dios. Escuche a tres consejeros bíblicos:
Salomón, haciendo referencia a las actitudes: Pues como piensa dentro de sí, así es él (Proverbios 23:7, NBLA).
Pablo, refiriéndose a los pensamientos: Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza (Filipenses 4:8).
Pedro, refiriéndose a la mente: Así que preparen su mente para actuar (1 Pedro 1:13).
Los pensamientos, sean positivos o negativos, se vuelven más fuertes cuando son fertilizados con la repetición constante. Eso puede explicar por qué tantas personas que son tristes y sombríos se mantienen en esa manera de ser, mientras que otros que son alegres y entusiastas logran mantenerse así, aún en medio de circunstancias difíciles. Por favor, no lo malentienda. Nuestra manera de actuar está ligada directamente a los pensamientos que hemos depositado en nuestro banco de memorias. Solo podemos retirar de lo que hemos depositado.
¿Qué clase de rendimiento entregaría su carro si cada mañana antes de salir al trabajo usted se agachara y recogiera con su mano un poco de tierra y lo pusiera en su motor? La máquina con sus finos ajustes pronto estaría tosiendo y escupiendo. Al final, rehusaría encenderse. Lo mismo es cierto en cuanto a su vida. Los pensamientos que tiene de sí mismo y las actitudes hacia otros que son limitados, destructivos y causan fricción producen desgaste y roturas en su motor mental. Le obligan a orillarse en el camino mientras otros lo pasan y siguen adelante.
Usted necesita un solo capataz en su fábrica. El nombre es Sr. Ganaterreno, y él está presto para ayudarlo. De hecho, él está disponible al instante para todos los miembros de la familia de Dios. Su nombre verdadero es el Espíritu Santo —el Ayudador. Si el Sr. Echaratrás ha estado demasiado ocupado como el capataz de su línea de producción, entonces ¡despídalo! Se sorprenderá de lo fluido que serán las cosas en su fábrica cuando esté bajo un nuevo liderazgo.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.