Daniel 4:29-30

¿Qué haces cuando Dios te regala tiempo extra para cambiar?

Después del sueño y de la interpretación de Daniel, Dios no actúa de inmediato. El texto dice: «Al cabo de doce meses…» (cf. Daniel 4:29, NBLA). Doce meses de gracia. Un año completo para reflexionar, arrepentirse, ajustar prioridades, buscar a Dios.

Pero cuando el reloj de ese año se cumple, encontramos al rey paseando tranquilamente por la azotea de su palacio, diciendo: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué… con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?» (cf. Daniel 4:30, NBLA). No solo no cambió; se endureció más. El hombre que recibió una advertencia directa del cielo optó por seguir adorando su propio reflejo.

Ese «doce meses después» nos habla de la paciencia de Dios. Él no se complace en disciplinar; demora Su mano esperando nuestra respuesta. Pero Su paciencia no es permiso. Si la aprovechamos para seguir en lo mismo, se convierte en evidencia contra nosotros.

Piensa en los «doce meses» que Dios te ha dado: oportunidades, segundas vueltas, mensajes repetidos, puertas abiertas al arrepentimiento. ¿Los has usado para acercarte más o para justificarte mejor?

No sabemos cuánto dura esa extensión de gracia. Lo único seguro es que no es eterna. Hoy sigue siendo día oportuno para humillarnos delante del Señor.

Cada día que Dios retrasa Su disciplina no es indiferencia; es una invitación insistente a cambiar antes de que sea demasiado tarde.

Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.