Éxodo 2:16-25
Ponga mucha atención a esta última frase: «Moisés aceptó vivir con aquel hombre». ¡Qué bien! Aquí está un hombre a quien él nunca había visto antes; un oscuro sacerdote y pastor del desierto, que se había pasado toda la vida criando ovejas (¡e hijas!) en el desolado pedazo de tierra llamado Madián. «Y él dio su hija Séfora a Moisés. Ella Dios a luz un hijo; y él le puso nombre Gersón, porque dijo: ‘Fui forastero en tierra extranjera’».
Moisés, quien podía haberse casado en Egipto con una exótica belleza del tipo de Cleopatra, se conformó con una pastora de ovejas. Y cuando esta trajo al mundo su primer hijo, Moisés le dio un nombre poco común: Gersón, que significa «forastero». En esto es lo que se había convertido Moisés; en un forastero en una tierra distante, olvidada y oscura. Había venido a Madián sin conocer a nadie, sin ninguna experiencia, sin siquiera saber dónde iba a vivir. Pero cuando Jetro le dijo: «Joven, ¿te gustaría vivir con nosotros?», Moisés respondió: «Sí, me gustaría vivir donde sea».
Permítame hacerle una pregunta directa: ¿Está dispuesto a vivir en la oscuridad? Tener una mentalidad de siervo le enseñará lo que es esa actitud. Para decirlo con palabras sencilla, en el cuerpo de Cristo hay quienes son llamados a ser los dedos de los pies. No todos pueden ser la mano derecha, un ojo o un oído. Algunas personas tienen que ser los dedos, el talón, el riñón o el hígado. Estos miembros rara vez se ven (así esperamos). ¡Pero deje que uno de ellos deje de funcionar por un rato, y observe lo que pasa! Todo el cuerpo se verá en problemas.
Moisés estuvo dispuesto a llevar una vida oscura, a vivir lejos de la fama, a aceptar su nueva condición. Le pregunto nuevamente: ¿Está dispuesto a vivir en la oscuridad? Dios usará los fracasos de su vida para destruir ese fuerte deseo que tiene en su corazón de ver su nombre iluminado. Y cuando él finalmente destruya ese deseo de reconocimiento, le pondrá frente a las luces como jamás habría imaginado. Pero luego eso no le importará. No le importará que mucha o poca gente lo sepa, ni tampoco estar en el centro o detrás del escenario, siendo quien dirija o el que cocine para los demás. Usted será solo una parte del ejército del Rey. Lo que más distingue a las personas de entrega abnegada es que siempre se puede contar con ellas. ¡Y eso ya es bastante!