Daniel 2:25

¿Cómo te comportas cuando todos los ojos están sobre ti?

Después de la oración, la revelación y la alabanza, llegó el momento: Daniel debía presentarse ante el rey. Arioch, el capitán de la guardia, lo llevó al palacio… pero no sin antes intentar colgarse una medalla que no le correspondía:

«He hallado un hombre entre los deportados de Judá que dará a conocer al rey la interpretación» (Daniel 2:25, NBLA).

Y entonces, cara a cara con el hombre más poderoso del mundo, Nabucodonosor preguntó: «¿Tienes la respuesta?» (v. 26, paráfrasis).

¡Qué oportunidad para impresionar! Para muchos, este sería el momento perfecto para brillar, para mostrar inteligencia, astucia o sabiduría. Pero Daniel no se dejó llevar por el momento. En lugar de presentarse como el gran sabio, desvió la atención hacia donde realmente debía ir:

«Ni sabios, ni adivinos, ni magos… pueden declarar esto al rey. Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios…» (vv. 27–28, NBLA).

Qué humildad y qué claridad de propósito. Daniel no se atribuye ni una pizca de mérito. No busca fama, ni prestigio, ni posición. Deja claro que la sabiduría que ha recibido no es por su capacidad, sino por pura gracia. Él sabía que estaba ante un rey… pero hablaba en nombre del Rey de reyes.

Cuando estés frente a una gran oportunidad, recuerda que no estás allí para demostrar tu grandeza, sino para reflejar la de Dios. Sé valiente, sí… pero también sé humilde. Porque el favor de Dios no es una plataforma para la autopromoción, sino una invitación a glorificar Su nombre.

Y cuando todos los ojos estén sobre ti… asegúrate de que tu vida siga apuntando hacia Él.

Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.