Daniel 1:17
¿Qué estás haciendo con los dones que Dios te dio?
«A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia… y a Daniel le dio entendimiento en toda visión y sueños» (Daniel 1:17, NBLA). La excelencia de Daniel no fue casualidad; fue gracia recibida y cultivada. Dios reparte dones; nosotros los administramos. La pregunta no es si eres talentoso, sino si tus talentos están al servicio del Rey.
Dios honra a los que lo honran, y les confía más a los que administran bien lo poco. Daniel y sus amigos no usaron sus dones para autopromoción, sino para servir a Dios en un sistema ajeno.
Daniel y sus amigos destacaron en un sistema ajeno, no porque copiaron sus valores, sino porque consagraron sus capacidades. Sus dones se volvieron puentes para bendecir a una cultura que no compartía su fe. La excelencia, así entendida, no compite con la humildad; la exige.
En una cultura que idolatra la fama, la Escritura reorienta: «Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor» (Colosenses 3:23–24, NBLA). La excelencia cristiana no es perfeccionismo ansioso ni autopromoción; es adoración aplicada al estudio, al trabajo, al servicio. Proverbios sugiere que la pericia abre puertas (Proverbios 22:29), pero el propósito final es que Dios sea visto como digno.
Dios sigue buscando siervos excelentes: personas que no escondan sus talentos ni los usen para sí mismos. Que estudien, trabajen, sirvan y lideren con pasión… como acto de adoración.
La excelencia es una ofrenda cuando nace del amor por Dios y se ejerce con humildad.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

