Daniel 4:17, 25, 32
¿Cómo reaccionas cuando cambian los gobernantes y tú no puedes controlar nada?
En el corazón del mensaje a Nabucodonosor hay una frase que se repite como martillo: «El Altísimo domina sobre el reino de los hombres y lo da a quien Él quiere» (Daniel 4:17, 25, 32). No es un adorno teológico; es el punto central. Dios le dice al hombre más poderoso de su tiempo: «Tu poder es prestado».
Eso significa que ningún rey, presidente, jefe, pastor o líder llega donde está sin que Dios lo haya permitido, ya sea para bendición o para disciplina de los pueblos. Las decisiones humanas cuentan, las elecciones importan, la responsabilidad es real… pero por encima de todo se alza la mano del Altísimo.
Esta verdad incomoda tanto al orgulloso como al ansioso. Al orgulloso le recuerda que no es dueño del trono. Al ansioso le recuerda que no todo está perdido cuando «pierde su candidato» o cambian las circunstancias. Detrás del tablero político, social y laboral hay un Rey que no entra en campaña, ni se somete a votos de confianza.
Esto no nos lleva a la pasividad, sino a la oración. Menos queja amarga, más intercesión. Menos chisme político, más clamor por los que gobiernan. Si Dios puede humillar a Nabucodonosor y luego restaurarlo, también puede tratar con cualquier autoridad de hoy.
Los tronos de la tierra cambian de dueño; el trono del cielo tiene un solo Rey… y no se reelige porque nunca deja de reinar.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

