Si hay algún punto fuerte en mi enseñanza, debe ser la aplicación de las Escrituras. Para serle sincero, ni siquiera sé por qué eso es verdad. Bien puede ser nada más un hábito en mi vida que no puedo dejar el texto bíblico sino cuando ya ha sido aplicado. Pero aprecio que otros me digan que ese es uno de mis puntos fuertes. Pienso que puede ser el suyo, también.

Para este comentario sobre la aplicación, quiero ser muy práctico. Permítame darle tres listas cortas que he hallado útiles en el proceso de derivar aplicación del pasaje bíblico.

Empecemos con lo negativo, y hagámoslo personal. ¿Qué tal si no aplico el pasaje bíblico?

1. La verdad no invadirá aspectos de mi vida que necesitan atención.
2. Voy a sustituir una experiencia emocional por una decisión de la voluntad. ¿No le ha pasado? Unas pocas lágrimas, pero la verdad pronto queda en el olvido.
3. Voy a racionalizar de acuerdo a los aspectos de mi prejuicio o preferencia.

¿Recuerda la ilustración que da Santiago sobre el espejo, en Santiago 1:22-25? La aplicación es la respuesta esencial a oír la palabra de Dios. Estos son algunos pasos que yo doy para facilitar eso en mi predicación.

  1. Pongo por escrito principios generales que se relacionan conmigo y con los demás. Estas son verdades eternas que brotan directamente del pasaje desde el que estoy predicando.
  2. Busco aspectos específicos de debilidad. Pienso de la vida en categorías: mi mundo en la iglesia, en mi ambiente social, con los hijos, con mi cónyuge, con personas mayores, mi vida emocional, mi vida intelectual, mis pasatiempos, y mis presiones; usted capta la idea. Cotejo los principios con esas categorías. Luego pienso en formas en que esto se aplica específicamente a algún aspecto de mi vida que necesita atención.
  3. Busco también aspectos específicos de afirmación. Trato de pensar en cómo los principios pueden estimular a otros. Me imagino a personas de toda etapa de la vida: solteros, casados, divorciados, quebrantados, en problemas, enfermos, en recuperación, alegres, satisfechos, triunfadores, mayores, jóvenes, adolescentes; y así por el estilo. Aplico mis principios como si estuviera en sus zapatos.
  4. Redacto métodos específicos de corrección.

Finalmente, permítame sugerir tres reglas que hallo extremadamente útiles al elaborar un punto de aplicación.

  1. Tiene que ser lo suficientemente breve para ser recordado.
  2. Tiene que ser lo suficientemente claro para ser anotado.
  3. Tiene que ser lo suficientemente realista para ser logrado.

Si usted procesa sus aplicaciones por la criba de estas reglas, pienso que hallará que ayudan a que la verdad penetre. No es una fórmula que reemplaza a la oración. Es simplemente una herramienta para ayudarnos a rendir mejor nuestra tarea. La he empleado por años, y he visto que Dios la ha bendecido; y la ha usado para cambiar vidas. Y, ese es nuestro objetivo al predicar, ¿verdad?

—Chuck