Como pastores, es muy reconfortante saber que podemos hacer una contribución duradera y ayudar a otros en su necesidad. Y en medio del remolino de actividades, tendemos a pensar que esto nunca terminará.
Pero sí termina. A veces lentamente a través de una serie de acontecimientos o a veces bruscamente sin advertencia, pero es fácil encontrarnos marginados y sin estar muy solicitados. Un diminuto coágulo en el cerebro puede hacernos inútiles y dejarnos devastados. Otro factor es la edad. . .solamente haciéndonos más viejos podemos salir de las carretas principales de hoy. Encontrándonos lejos del pulpito o sin una promoción porque un socio más fuerte se ha unido al equipo. Haciéndonos sentir ignorados y en dolor.
El octavo Salmo en el antiguo himnario de Dios es buenísimo para esos tiempos en nuestros ministerios cuando empezamos a ser evitados, apartados o ignorados. Este Salmo destaca el valor que Dios le da a Sus criaturas, especialmente a las de la raza humana. (¡Eso nos incluye a nosotros, los pastores!)
Quizás al leer esto usted se sienta solo, quizá hasta desolado. ¡Qué valle tan árido es la soledad! ¡Pero escuche lo que usted le ha estado predicando a otros! Si usted tiene al Señor Jesucristo como su Salvador personal, tiene un compañero constante y un amigo fiel. Él nunca le dejará tirado. Este Salmo es prueba concluyente de que Él no le ignora, ni le considera poco importante. A Él no le irrita que usted venga a Él con sus necesidades. Él nunca cree que sus oraciones o peticiones sean interrupciones. Como el libro de Santiago nos recuerda: "el cual da a todos abundantemente y sin reproche" (1:5). Él también nos da buenos regalos pues en Él "no hay mudanza, ni sombra de variación." (1:17).
¿Sabe por qué? La respuesta es gracia. Favor completo, inmerecido y no ganado. Por lo tanto, en este momento, láncele a Él sus sentimientos de insignificancia y su desesperada lucha. Dígale que reclama el Salmo 8 como una promesa de Su gracia personal, su cuidado y amor por usted.
Quizás David compuso el Salmo 8 como un himno de victoria después de derrotar a Goliat. ¡Le desafío a usted a que tome a ese "gigante" personal llamado sentimiento de inferioridad y le pida a Dios que le de la victoria hoy!
¿Quién sabe? A la mejor otro Goliat caerá antes del atardecer.
—Chuck