El diccionario de la lengua española define mentor como, “guía o consejero.”
Esto describe a un mentor que tuve durante un tiempo vulnerable en mi vida cuando joven. Servía en el Cuerpo de marina, acantonado en la isla de Okinawa. . . separado de mi flamante esposa como por diecisiete largos meses.
Para sorpresa mía, Bob Newkirk representante de Los Navegantes, se interesó en mí como persona. Regularmente nos reuníamos para jugar algún deporte. En alguna ocasión me quedé en su casa. Pasaba allí los días feriados cuando no estaba de guardia. Bob y yo viajábamos juntos. En las reuniones de evangelización yo dirigía el canto, y Bob predicaba. Ministrábamos como equipo. Seguí un programa avanzado de memorización de pasajes bíblicos, gracias a Bob.
Me amó. Me confrontó. Señaló puntos ciegos. Desarrolló mi vida.
Eso es ser un mentor.
He descubierto que cuando los individuos tienen talento y son jóvenes, la tendencia más común es caer en la arrogancia, y a veces, engreimiento. Casi sin excepción cuando detecto engreimiento en un individuo, me digo: No ha recibido mentoría. Nunca he conocido a un individuo que se crea importante y que haya recibido mentoría. A decir verdad, la arrogancia no sobrevive a la mentoría. Un mentor señalará puntos ciegos y reprenderá apropiadamente cuando uno necesita que se le confronte respecto al orgullo.
Como resultado de recibir mentoría, uno aprende el valor de ser vulnerable, abierto, con la guardia baja, honrado, e idealmente, una persona auténtica.
Todavía tengo mentores en mi vida. Los recibo con los brazos abiertos. ¿Por qué? Porque los necesito.
También usted.
—Chuck