A la iglesia del siglo veintiuno hay que despertarla de su sueño moral. En esta edad de “iluminación,” se nos ha enseñado a ser tolerantes. Nos hemos ablandado en la exposición de las Escrituras. Hemos aprendido a ignorar el pecado en lugar de confrontarlo. Hemos adoptado la defectuosa noción de que la gracia de Dios de alguna manera cubre un estilo de vida carnal. ¡Qué mal entendido más horrible de la gracia!

Permítame ser franco. Demasiado a menudo en hogares que se consideran cristianos, las esposas sufren golpizas, los esposos sufren descuido, los hijos sufren maltratos, y tienen lugar formas tétricas y vergonzosas de depravación sexual. Como el profeta Jeremías dijo del pueblo de Judá: “¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza” (Jeremías 6:15).

El vestigio de esperanza en el hogar solía ser el hijo inocente; pero ahora, ni siquiera los niños están seguros. A muchos los usan para explotación sexual. Los mismos parientes violan sexualmente a los niños . . . violan y maltratan a las niñas . . . y los niños caen víctimas del incesto. En sus propios hogares niños desvalidos sufren violación; ¡y de parte de los mismos que deberían protegerlos!

Incluso las Escrituras revelan tal horrorosa carnalidad entre el pueblo de Dios. Después del adulterio del rey David con Betsabé, Amnón, hijo de David, deseó a su media hermana, Tamar. Amnón fingió estar enfermo y pidió que Tamar le traiga comida a su dormitorio. Cuando ella llegó, Amnón la sometió a la fuerza, y la violó a pesar de la resistencia de ella (2 Samuel 13:6-14).

Después de esta acción aborrecible, la muchacha quedó sumida en su aflicción. “Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, . . . y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando” (2 Samuel 13:19). Cuando su padre David lo oyó, “se enojó mucho” (13:21). Pero, ¡eso fue todo! Simplemente se enojó. David nunca intervino en la crisis.

Cuando Absalón, otro hermano de Tamar, oyó del asunto, le dijo: “Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no se angustie tu corazón por esto” (13:20). ¿Puede creer esas palabras? ¡Qué consejo más necio! ¿Calla ahora? ¿Guarda silencio, cuando la ley de Dios dice que se debía apedrear a Amnón? Pero, ¿qué podía hacer ella? Su hermano le dijo que guardara silencio, y su padre no hizo nada. Tamar no tenía a nadie a quién acudir con su dolor.

Pero entonces y ahora, cuando tienen lugar tales violaciones sexuales, sin que nadie actúe en defensa del desvalido, el niño tendrá que enfrentar un futuro amenazador de confusión moral, vergüenza personal, desilusión espiritual, cicatrices emocionales y enojo de la familia.

Colega pastor, es tiempo de hablar en defensa de los desvalidos. Las víctimas inocentes del abuso sexual necesitan un lugar seguro en donde contar sus experiencias . . . y necesitan dirección a la sanidad emocional y espiritual que se halla en Jesucristo.

El mundo nunca ha provisto un refugio seguro para los que sufren a manos de los que maltratan a los niños. Por eso es que la iglesia debe ser ese lugar. Es responsabilidad de los líderes de la iglesia cristiana asegurarse de que la iglesia de Dios sigue siendo un lugar de confianza y respeto; un lugar en donde a nadie se le toca indebidamente; un refugio en donde los individuos que sufren pueden confiar en un maestro, en un anciano, en un pastor, o en un amigo mayor.

Le insto a que hable sobre el tema y que promueva un medio ambiente en donde los que lo necesitan, pueden hablar de sus experiencias. Espero también que tenga a mano los nombres de asesores calificados en su área y que tienen experiencia en hablar con familias y víctimas sobre las luchas conectadas con el abuso sexual. A los que vienen buscando necesidad usted debe dirigirlos a profesionales de confianza que puedan ayudarles a recorrer el retador proceso de sanar.

Muchos en la actualidad viven como Tamar, con las cenizas de vergüenza y humillación sobre su cabeza, llorando a gritos sin que nadie oiga.

Los pastores deben proteger a las ovejas.

Mi oración es que como resultado de que usted hable en defensa de los desvalidos, muchas víctimas buscarán a alguien para que les ayude por primera vez.

—Chuck