¿Permítame recordarle los cuatro peligros más poderosos que pueden arrasar inclusive al mejor? Son la fortuna, la fama, el poder y el placer. Cada uno trabaja horas extra para atraerle, para ganar una audiencia, una posición. Ni siquiera los pastores son inmunes a estas tentaciones.

Ya sea en forma subliminal, sutil, fuerte o suprema, estos mensajes buscan grietas en nuestra armadura para despertar nuestros apetitos naturales. "¡Hágase rico!" (Fortuna). "¡Llegue a ser conocido!" (Fama). "¡Obtenga control!" (Poder). "¡Siéntase satisfecho!” (Placer). Cada una de estas atractivas trampas invitan nuestra atención, sostienen una zanahoria jugosa en frente de nosotros invitando promesas hermosas; sin embargo, cada una es una enemiga que está siempre lista para apresarnos.

Como son maestros del engaño, estos mensajes emplean su método predilecto a través de nuestras vidas—la tentación.

Permítame mencionar una cosa muy práctica acerca de la tentación. Me he dado cuenta que si puedo detener el proceso desde un principio, estoy a salvo. Pero si dejo mi lugar secreto y me aventuro hacia el cebo, hay un punto sin vuelta atrás. Donde no puedo retroceder. Si sigo adelante, me hundo.

Entonces, ¿cómo podemos tener la victoria sobre la tentación? Primero, nuestro enfoque natural debe ser contrarrestado. Confiese abiertamente su debilidad a un amigo de confianza. No oculte nada. Memorice la Escritura para reemplazar los pensamientos sensuales con pensamientos espirituales.

En segundo lugar, nuestro tiempo libre debe ser protegido. Cultive un plan, quizás un programa de ejercicio, un programa intensivo de lectura, un pasatiempo, una serie de proyectos prácticos para ocupar su tiempo. (Quizás hasta pueda repasar su hebreo o griego). ¡Esté alerta en cuanto a películas! Si es necesario, mantenga la televisión apagada. Y manténgase alejado de cualquier actividad en la Internet que no demande rendición de cuentas.

En tercer lugar, nuestros compañeros cercanos deben ser sometidos a una revisión. Mire detenidamente su círculo de amigos. Haga una evaluación honesta de aquellos con quien usted pasa tiempo personal. Le puedo ofrecer un principio con el cual puede contar: si no limpia su compañía, usted nunca limpiará su vida.

Cuarto, nuestro voto a Dios debe ser mantenido. Tan celosamente como protegemos nuestros votos matrimoniales, debemos proteger nuestras promesas a Dios y nuestro compromiso a la pureza.

La excelencia moral, ética y personal, valen lo que cuestan. Pague el precio. ¡Comience hoy!

Nada menos le dará satisfacción o glorificará a Dios.

—Chuck

1 Comments

  • Comparto lo de no intimar con la tentacion y escapar cuando aun es tiempo. La tentacion segun lo veo yo tiene una puerta giratoria, si entras sal rapido antes que sea demasiado tarde. Gracias por mostrarnos tan claramente los peligros que corremos en el ministerio y como vencerlos, gracias por tomar tiempo para nosotros los pastores. Bendiciones y aprecio mucho su tiempo.

Comentarios cerrados.