Quiero hacerle cuatro preguntas que sólo usted puede contestar:

  1. ¿Les da usted a las personas de su congregación la libertad de ser lo que son?
  2. ¿Deja usted que los otros se vayan, o los asfixia y controla?
  3. ¿Está usted cultivando celebrantes espontáneos, creativos —o cautivos llenos de miedo?
  4. ¿Anima, edifica y afirma usted a las personas a quienes ministra?

Estas cuatro preguntas en realidad se reducen a una:

¿Es usted un ministro que modela y ministra gracia?

Es tiempo de quitarse los guantes, quitarse las máscaras, desechar las racionalizaciones, y encarar la verdad de frente.

¿Es el ministerio que usted está
dirigiendo el resultado de su propia carnalidad, energizada por sus propios
talentos y puntos fuertes? ¿Está usted apoyándose en su carisma para hacer que
resulte? ¿Tiene usted a menudo una agenda oculta?

¿Qué tal en cuanto a su motivo? Con
un público cautivo que se bebe sus palabras y sigue su ministerio (y sus tweets)
con lealtad incuestionable, ¿los explota usted . . . usa usted su propio poder
para sus propios propósitos? ¿Es la promoción de su propia imagen de principal
importancia para usted, o puede honradamente decir que su trabajo es dirigido y
en el poder del Espíritu de Dios?

De nuevo, le pregunto:

¿Es usted un ministro que modela y ministra gracia?

–Chuck