Si alguna posición del ministerio es el dios de su vida, entonces
algo terrible ocurrirá para evitar que esa sea una posibilidad futura.
Sin embargo, si su ministerio es simplemente parte del plan de Dios y
usted lo mantiene en una perspectiva apropiada, usted podrá manejar un
despido no deseado de la misma manera como podrá manejar una promoción.

Todo depende de quién es el primero y qué es lo primero.

Romper el imán que atrae cosas por encima de Dios es un proceso largo
y a veces doloroso. Pero Dios nos ama lo suficiente para arrancar de
nuestras manos todo lo que amamos más que a Él.

Todo fue creado por Cristo y Su poder, y además, fue creado para Su
honra. Eso incluye también las cosas cotidianas. Si usted tiene una
posición agradable, es para ser disfrutada para Él. Si tiene un buen salario, es para ser disfrutado e invertido en Él. ¿Tiene buena salud? Es para Él. ¿Está considerando más instrucción teológica? Eso también, es para Él. ¿Está pensando en un cambio de carrera? Debe ser para Él. Eso es cierto porque Él es el gobernante de nuestro reino. Él es Señor.

Quizás, además del domingo, usted enseña varias veces durante la
semana. Quiere publicar un libro, o dirigir el grupo de hombres, o
comenzar un nuevo alcance de evangelización, además de continuar con un
horario riguroso de consejería. ¿Tiene Cristo el primer lugar en estas
decisiones? ¿Ha dado por sentado que usted debe continuar con todos
estos ministerios? ¿Y qué lugar ocupan otras prioridades como: la
familia, el tiempo con Dios y el descanso—el lugar que le sobra?

Si eso le describe, entonces lo encara—Cristo realmente no está en primero lugar en su ministerio. Es usted. (Oiga, he estado allí).

A veces Dios es más glorificado por lo que decimos que no a que por
nuestro tomando otro ministerio. Recuerde sólo: Lo que está en primero
lugar, si no es Cristo solo, está en un lugar equivocado.

—Chuck