Nuestro mundo quiere embutirnos en su molde. Y, ¿su arquitecto? Su adversario, el diablo.

Sería sabio tener presente que el adversario no se detendrá ante nada para trastornar y, si pudiera, destruir a la iglesia cristiana. Siempre recuerde eso. Sabemos que no puede derribarla por completo, porque Cristo ha prometido: “las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). ¡Pero Satanás hará todo intento posible!

El diablo usará funcionarios externos para sus propósitos. Usará creyentes de dentro por igual . . . creyentes carnales, creyentes quisquillosos, pseudo creyentes. Usará todo lo que pueda para trastornar y destruir un ministerio. A su manera de ver las cosas, el fin justifica los medios . . . así que no sigue ninguna regla excepto las propias. Hipocresía, motivos errados, malversación de fondos, escándalo sexual, errores bíblicos, técnicas de matasiete, críticas cáusticas, cartas sin firma, desaliento, conflictos de personalidad, desarmonía y erosión doctrinal; cualquier cosa sirve. El adversario no se detendrá ante nada. Recuerde la advertencia de Pedro:

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. (1 Pedro 5:8)

Estamos librando una batalla, no por nuestros cuerpos, sino por nuestras mentes. Por favor, no piense de la mente como un cerebro dentro del cráneo. Piense de la mente como la persona interior, con emociones, voluntad, e intelecto, todo interconectado. Incluye la forma en que pensamos y cómo reaccionamos en la vida.

Es en estos aspectos vulnerables e invisibles que Satanás concentra su atención. Batalla utilizando a la gente o sin gente. Batalla en eventos, en la depresión, en el éxito o en el fracaso. Batalla en el dinero o en la pobreza, cuando los números aumentan o se reducen, entre ancianos que no están calificados para dirigir y feligreses que no se someten al Espíritu Santo. Está constantemente obrando, decidido a lograr nuestra destrucción. ¿Por qué desprecia él al pueblo de Dios y lucha tan insidiosamente contra nosotros? No hay que soslayar la respuesta: tiene un odio consumidor por la misión de Cristo. Sabiendo que no puede vencerla, porque las puertas del Hades nunca lo lograrán, Satanás juega un perverso juego de ajedrez espiritual. Él sabe que está condenado, pero cobrará hasta el último hombre que pueda. Él sabe que Cristo ya ha ganado, pero no se va a dar por vencido sin presentar una batalla horrible, injusta y continua.

¿Cómo podemos estar alertas y ser sobrios? Podemos defendernos contra las artimañas del enemigo “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). ¡No es ese un versículo grandioso! Puesto que Satanás hace de nuestra mente su campo de batalla, nuestra mejor defensa es rendirle a Jesucristo nuestros pensamientos y pedirle que nos guarde y nos proteja. Cuando nos entregamos a Él, Él se hace cargo, y Satanás retrocede. Aprender de memoria pasajes bíblicos también guarda nuestra mente.

Pongo en práctica esto en mi vida regularmente diciéndole a Dios: “Señor: Te necesito en este momento; hazte cargo de esto. Necesito tus pensamientos, tu fortaleza, tu gracia, tu sabiduría; necesito verdades específicas de tu Palabra, y necesito tus mismas palabras. Protégeme del temor. Tenme cerca. Dame valentía y resistencia. Ayúdame a vencer este tiempo tormentoso.”

Él lo hará; Él le hará salir adelante, en victoria.

—Chuck

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