Nuestra cultura hoy en día se deja llevar mucho por lo exterior. Para ganar en la política usted se debe ver bien en la televisión. Tiene que mantener su imagen brillante. Darle el ángulo perfecto. Pero todos sabemos, y lo hemos visto, que un líder sin carácter es una tragedia inminente.

Como pastores, claro que entendemos la importancia del carácter. Pero simplemente entenderlo no es nuestra tarea. Su congregación requiere su carácter. Su función se desempeña porque su carácter está presente, o sufre si está ausente. Lo mismo pasa conmigo. La iglesia donde sirvo a Dios como el pastor principal me respeta y agradece mi esfuerzo (aún con todas mis debilidades). Pero este respeto depende del hecho de que estoy comprometido con moldear mi carácter, y no voy a permitir que se me escape entre todo lo demás que requiere el liderazgo.

Yo recuerdo el día que mi papá regreso a casa en su auto y el parabrisas delantera estaba roto. Tenía sangre escurriendo en su cara y pensé, alguien lo asaltó. No, él había decidido no participar en el sindicato de su trabajo porque pensaba que el plan de ellos no era el mejor. Además, él tenía una familia que criar. Así que él evaluó las opciones, y decidió tomar una posición firme en contra del sindicato. Eso requirió tener agallas.

Aprendí de mi padre que uno debe pensar por si mismo. No se debe seguir a la multitud si ellos van en contra de lo que uno cree. Si esto significa que no va a ser popular, sea impopular. ¿Qué importa? Tiene que ver con su carácter, no con la aprobación o el aplauso de los demás. ¡Que lección tan valiosa aprendí para la vida y para el ministerio! Aprendí más de un parabrisas delantera roto y una cara ensangrentada, que lo que jamás podría haber aprendido de un predicador o profesor. El carácter es modelado…no sólo mandado.

Nuestra función como pastores es muy valiosa. Así que, nunca debemos olvidar que nuestro desempeño empieza con nuestro carácter. Yo lo llamo nadar contra la corriente. Nuestra grey aprende más de nuestras vidas que de nuestros labios. Los escoceses tienen un gran dicho que dice: “algunas cosas son mejores sentidas que dichas.”

Me encontré con un gran versículo recientemente. Escuche el reto intenso que nos da: “Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; yo la perdonaré” (Jeremías 5:1). En otras palabras, “Ve a buscar a un hombre de carácter, pero no lo encontrarás.” ¿Qué tal si Jeremías recorriera los corredores de nuestras iglesias? ¿Qué tal si recorriera su oficina?

Leyendo versículos no cambiará nuestra vida automáticamente, pero nos motivará a cambiar nuestro carácter. Dios lo busca en nosotros, y da una recompensa cuando lo encuentra: “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (2 Crónicas 16:9).

El carácter no es un término antiguo bíblico que se pierde en el polvo de los profetas menores. Es lo que lo hace contagioso. Es lo que le da el derecho de ser líder sin tener que recordar a otros que usted es el pastor.

Vale la pena hombres. . .vale la pena. Tiene que ver con el carácter.

—Chuck

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