Job 1: 1—12

En el mundo invisible hubo un diálogo, sin que Job lo supiera. Cuando el Señor y Satanás tuvieron ese extraño encuentro, el tema fue de inmediato este famoso hombre terrenal. El Señor llama la atención de Satanás en cuanto a la vida ejemplar de Job, y Satanás responde con un siniestro sarcasmo: «Por supuesto cualquiera te serviría, considerando la manera cómo le has prosperado y protegido. Pero quítale todos los privilegios y verás lo que sucede: se volverá contra ti en un instante». Dios consiente en permitirle al adversario que ataque a Job.

Dicho con palabras de hoy, el Señor le apostó a Satanás que Job nunca se volvería contra Él. Philip Yancey se refiere a ese acuerdo como la «apuesta divina». Satanás, entonces, provoca de manera repentina y malévola que todo lo que tiene Job le sea quitado, dejándolo en la ruina. En pocos minutos, todo lo que tenía desaparece.

Esto nos lleva a la primera lección que vale la pena recordar: Nunca conocemos por anticipado los planes que Dios tiene para nosotros. Job no tuvo ningún conocimiento o advertencia previos. Esa mañana amaneció como cualquier otra mañana. La noche había transcurrido como cualquier otra noche. No hubo ninguna manifestación angelical extraordinaria, ni siquiera un toque en su ventana o una nota dejada en la mesa de la cocina.

En una calamidad tras otra, todo lo que había sido construido en sus tierras desaparece; solo madera y cadáveres están esparcidos; esto es todo lo que hay en el entorno. Todo ocurrió tan de repente, que la mente de Job es un torbellino de incredulidad. Todo fue golpeado. . . y su mundo cambió en un instante.

¡Usted y yo debemos aprender de esto! Nunca sabemos lo que nos traerá el día, ya sea bueno o malo. El plan de nuestro Padre celestial se desarrolla sin que nosotros lo sepamos. Nuestro andar es por fe, no por vista. Es confiar, no tocar. Es apoyarse en Dios totalmente, no huir. Nadie conoce por anticipado el plan del Padre. Y es mejor que sea así. Puede ser una bendición preciosa; puede ser una prueba que nos ponga de rodillas. Nadie lo sabe por anticipado, pero Él no está obligado a prevenirnos ni a recordarnos lo que hay en el horizonte. Pero sí podemos estar seguros de esto: nuestro Dios sabe lo que es mejor para nosotros.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.