Job 1: 1—12

Job no merece siquiera la idea del maltrato. Ha caminado fielmente con Dios, especialmente en su adultez. En ese momento, él es el mejor de los mejores, «el más grande de todos los orientales». Además de todo esto, es un siervo humilde de Dios. Pero nada de eso impresiona a Satanás. Sus malignas sospechas motivan su insidioso plan: Si quieres saber cómo es él realmente, quítale todo ese trato condescendiente y esa protección permanente. Quítale todo el bienestar y verás de inmediato si no te maldice en tu misma cara (Job 1: 11). El argumento de Satanás es claro: Job sirve a Dios por lo que obtiene de Él, no porque el Señor sea lo primero en su vida.

Nosotros nos enfrentamos a un enemigo que no podemos ver, pero qué es real. Tenemos un enemigo sobrenatural, y regularmente nos enfrentamos a él, o alguno de sus emisarios. Y nunca dude de que todo esto es real. Satanás espera que su engañosa estrategia le juegue una broma a su mente, para debilitarle y finalmente destruirle. El deseo del acusador es arruinar su testimonio, al mismo tiempo que destruye su vida. Mientras tanto, si eso significa también arruinar su vida familiar, sin duda que lo hará. Si es necesario tentarle para que usted secretamente haga mal las cosas para su propio provecho, algo que usted no había hecho en el pasado, lo hará. Satanás hará todo lo que sea necesario para destruirle. El hecho de que tengamos un enemigo que no podemos ver, no significa que no sea real.

A veces soportamos pruebas que no merecemos, pero qué Dios permite. Sí, leyó bien. En la vida hay pruebas que no merecemos, pero qué, no obstante debemos soportar. En el misterio de la insondable voluntad de Dios, hay cosas que no podemos explicar o entender totalmente. Por lo tanto, no trate de comprender cada hilo de su plan inescrutable. Si no acepta esto que le digo, usted será una persona cada vez más confundida, más resentida y, al final más amargada. Si esto sucede, la victoria será de Satanás. Acéptelo. Sufra la prueba que Dios ha permitido. Nada tocara su vida si no ha pasado primero por las manos de Dios. Él es quien tiene todo el control, y por ser Él quien es, tiene el soberano derecho de permitir pruebas que no merecemos.

Tenemos en verdad, un enemigo invisible, pero también tenemos un defensor invisible mucho más poderoso.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.