Job 42: 1—11

Cuando llega el día de ajustar cuentas, Dios siempre es justo. El Señor bendice a los que han caminado con él. Perdona a quienes traen sus ofrendas y se humillan delante de él. Dios restaura. Dios recompensa. Dios sana. Dios honra a Job, quién oró por sus amigos con un corazón sincero. Dios lo observó todo. Le sugiero que subraye Hebreos 6: 10 en su Biblia: «Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el amor que habéis demostrado por su nombre, por qué habéis atendido a los Santos y lo seguís haciendo». Eugene Peterson traduce las primeras palabras, en The Message (El Mensaje), de la manera siguiente: «A Dios no se le escapa nada».

Algunos de ustedes, que leen mis palabras, han sido víctimas de abusos terribles. Han sido víctimas de la peor clase de maltrato. Alguien que usted confiaba se ha aprovechado de usted. Ha sido abandonado por su pareja, tratado injustamente, y abusado. Ha perdido una fortuna por medio de una maquinación fraudulenta. Cada uno de nosotros pudiera contar historias terribles de abuso y abandono, de mentiras y de trato injusto, que nunca fueron enmendados. Por lo tanto, vuelva por favor a esta gran verdad: Dios no olvida. Él no ajusta su plan a nuestra agenda. Su mesa de liquidación de cuentas no funciona en un horario de nueve a cinco. Él no se ocupa de nuestros casos cuando nosotros queremos que los atienda. Yo quería que Dios fulminará a Elifaz en el mismo momento que dijo la primera palabra insultante contra Job. El Señor espero que dijeran todos sus sarcásticos discursos, se van tú silencioso durante todos los insultos, y finalmente les dice: «Elifaz, Bildad y Zofar, ustedes han estado equivocados».

¡Dios escuchó! ¡Sí, él escuchó! no dijo nada en el momento, pero escucho todo. Él no es injusto para olvidar una palabra inadecuada. Y puedo asegurarle que él no ha pasado por alto ninguna acción injusta cometida contra usted. Él tiene un plan perfecto. Su plan está en marcha. Cuando su agenda diga: «Ya», su justicia se ejecutará y su mesa de liquidación de cuentas actuará con rapidez.

La disposición de las cosas de Dios no es un plan frustrado. Él no está sentado en un extremo del cielo mordiéndose las uñas y preguntándose qué va a hacer con nuestro mundo. Sabe exactamente lo que va a hacer, y en qué momento. Job ve eso con toda claridad. . . ahora. Entiende, finalmente, que a Dios no se le escapa nada.

A Él tampoco se le escapa nada que tenga que ver con su vida.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.