Génesis 16:7

De todos los misterios del Antiguo Testamento, uno de los más fascinantes es la identidad de malak Yahweh: el Ángel del Señor. Cada vez que aparecía, no se le trataba como un ángel, sino como algo divino. Cuando el ángel del Señor se apareció a Agar en el desierto para consolarla con una promesa, ella reconoció que Dios estaba hablándole (Génesis 16:7−13). Lo mismo ocurrió con Abraham, Jacob, Moisés, Josué y Gedeón. Sin embargo, ninguno de ellos se dio cuenta (o podría haber entendido) que el Ángel del Señor era Cristo antes de Su encarnación, la manifestación humana de Jesús antes de hacerse hombre. Si miramos al Nuevo Testamento podemos ver las similitudes entre Jesús y el Ángel del Señor. Específicamente, esas similitudes son evidentes en el ámbito de la revelación, comisión, protección, intercesión, defensa, consuelo y juicio. 

Revelación

Mientras estaba en la zarza ardiente, el Ángel del Señor usó el nombre de Dios «Yo soy» (Éxodo 3:2, 4, 6, 14). En el Nuevo Testamento, Cristo también reveló el nombre de Dios (Juan 17:6), por palabra y por obra, afirmando que Él era Dios (8:58).

Comisión

El Ángel del Señor llamó a Moisés a liberar a Israel de Egipto (Éxodo 3:7–8), a Gedeón lo llamó a liberar a Israel de los madianitas (Jueces 6:11–23) y a Sansón (a través de sus padres) lo llamó a liberar a Israel de los filisteos (13:1–21). De la misma manera, Cristo llamó y comisionó a Sus discípulos a predicar el mensaje de liberación del pecado a todo hombre y mujer en toda nación (Mateo 28:19–20; Juan 20:21).

Liberación

El Ángel del Señor fue la fuente de salvación para Israel de los egipcios, los madianitas y los filisteos. Cristo libera a los creyentes del miedo, de la culpa y la paga del pecado (Efesios 1:7; Hebreos 2:14–15), y en el futuro, liberará a Israel una vez más (Romanos 11:25–26).

Protección

El Ángel del Señor guardó a Israel en los días de David (Salmos 34:7) y guardó al rey Ezequías del ejército asirio (2 Reyes 19:35). De la misma manera, Cristo protege a los creyentes del miedo (Hebreos 13:5–6).

Intercesión

El Ángel del Señor oró por Jerusalén (Zacarías 1:12–13). Y Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, intercede por nosotros (Hebreos 7:25).

Defensa

El Ángel del Señor fue el campeón de los creyentes pecadores contra las acusaciones de Satanás (Zacarías 3:1–7). De la misma manera, Cristo es nuestro Abogado justo que defiende nuestra justicia que Jesús mismo ganó en la cruz (1 Juan 2:1–2).

Consuelo

El Ángel del Señor encontró a Agar marginada y abatida y prometió que la protegería y le daría un futuro (Génesis 16:7–13). Cristo sirvió a los desamparados (Juan 9:35–38; 16:1–4) y bendijo a los desolados (Isaías 61:1; Lucas 4:16–19).

Juicio

El Ángel del Señor castigó a Israel por el censo de David (1 Crónicas 21:14–17) y ordenó a David construir un altar (21:18). Cristo, durante la gran tribulación, juzgará a Su pueblo Israel y a los no creyentes que vivan en la tierra (Mateo 25:31–41; 2 Tesalonicenses 1:5–10). Cuando se limpie la tierra, se volverá a construir el templo para adorar a Dios (Ezequiel 43:2–5, 12).

Cuando Cristo nació, el Ángel del Señor dejó de aparecer porque ya tomó forma humana, lo cual demuestra que Cristo era el Ángel del Señor y lo que hizo como Ángel del Señor fue acorde a lo que hizo como el Hijo de Dios encarnado. Lo que Cristo fue y lo que Él hizo en el pasado va acorde a la persona de Cristo y lo que hace en el presente (Hebreos 13:8). Si necesitamos liberación, Cristo nos puede liberar. Si necesitamos revelación, Cristo nos puede guiar. Si necesitamos perdón, Cristo puede ser nuestro abogado. Si necesitamos consuelo, Cristo nos puede consolar. Si necesitamos oración, Cristo puede interceder por nosotros.

Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.