Génesis 49:10

De todos los nombres de Jesús, Siloh puede que sea el menos conocido. Siloh se menciona solo una vez en la Biblia para referirse a una persona, en Génesis 49:10. El versículo ha sido tema de discusión entre académicos que preguntan: ¿Qué significa esta palabra? ¿A quién se refiere?

Algunos académicos transliteran (o escriben fonéticamente) la palabra Siloh y la toman como si fuera un nombre propio. En este caso: «Siloh. . . es el nombre del Mesías que iba a venir».1 La Biblia de las Américas y la Reina Valera usan este método.

Otros eruditos traducen la palabra Siloh, citando largas traducciones de las Escrituras hebreas, la Septuaginta y el tárgum para apoyar su decisión.2 Por eso, el pasaje de Génesis 49:10 es: «ni la vara de mando de sus descendientes, hasta que venga aquel a quien le pertenece; aquel a quien todas las naciones honrarán (énfasis añadido).

Sea que traduzcan o transliteren la palabra Siloh, los expertos coinciden en que esta palabra describe a una persona. También están de acuerdo en que Génesis 49:10 es profético, refiriéndose específicamente a la dinastía davídica (de la tribu de Judá) y, finalmente, al Mesías.3 Los manuscritos judíos del siglo I validan esta opinión.

Aparte de Génesis 49, Siloh normalmente se refiere a un lugar; pero se encuentra como «Silo». Josué construyó el tabernáculo de Silo cuando el pueblo de Israel por fin heredó la tierra prometida (Josué 18:1). En el desierto, Moisés había construido un tabernáculo como el lugar en que los hombres podían orar a Dios, ofrecer sacrificios y recibir perdón por sus pecados. La presencia física de Dios era visible durante los días del tabernáculo (Éxodo 40:34 – 38). Dios se apareció como una columna de fuego y guio a los israelitas para que fueran a un lugar de descanso (Josué 22:4).

De la misma manera, Jesús nos lleva a lugares de descanso tanto en el presente como en el futuro. Con respecto al futuro dijo: «voy a prepararles un lugar. Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy» (Juan 14:2–3).

Hoy no tenemos pilares divinos de nubes o de fuego, pero tenemos guía como el pueblo de Israel que acampó en Silo, porque el Espíritu de Dios habita en nosotros y nos ayuda a descansar en Jesús (14:25–26; 15:4).

En Génesis, Dios caminaba en lo fresco del día en el huerto (Génesis 2:8). Habló con Moisés cara a cara, como hacen los amigos (Éxodo 33:11). Jesús expresó cómo deseaba pasar la pascua con los discípulos horas antes de Su crucifixión (Lucas 22:14–15). Dios siempre ha deseado estar presente en las vidas de Sus hijos, incluso en nuestras vidas ahora. El amor de Jesús es una búsqueda incesante para hacer el reino de Dios un lugar de descanso con Sus hijos, por siempre.

«¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él
vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo
estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y
no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas
esas cosas ya no existirán más». Y el que estaba sentado
en el trono dijo: «¡Miren, hago nuevas todas las cosas!».
(Apocalipsis 21:3–5)

Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.