Éxodo 3:14
A menudo en Su ministerio, Jesús evitó responder directamente a la pregunta que tantos se hacían: ¿Eres el Mesías? Pero en una discusión con los líderes religiosos judíos, Jesús no esperó a la pregunta. Les dijo: «Abraham, el padre de ustedes, se alegró mientras esperaba con ansias mi venida; la vio y se llenó de alegría» (Juan 8:56).
«Entonces la gente le dijo: —Ni siquiera tienes cincuenta años. ¿Cómo puedes decir que has visto a Abraham?» (Juan 8:57).
Jesús contestó: «Les digo la verdad, ¡aun antes de que Abraham naciera, Yo Soy!» (Juan 8:58).
Jesús no estaba mezclando tiempos verbales. No, Él sabía exactamente lo que estaba diciendo, y los fariseos también. Jesús estaba diciendo que era Dios. Específicamente, estaba poniéndose al mismo nivel que Jehová, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. . . el Dios del pacto con los judíos a quien adoraban en el templo. ¡Con razón los fariseos agarraban piedras para arrojárselas!
El nombre Yo soy nos lleva al comienzo del ministerio de Moisés cuando se encontró con Dios en la zarza ardiente en el desierto. Ante las llamas, Moisés pidió a Dios que le confirmara que sus hermanos hebreos aceptarían su palabra acerca de Dios.
Pero Moisés volvió a protestar:
—Si voy a los israelitas y les digo: «El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes», ellos me preguntarán: «¿Y cuál es el nombre de ese Dios?». Entonces, ¿qué les responderé?
Dios le contestó a Moisés: —Yo Soy el que Soy. Dile esto al pueblo de Israel: «Yo Soy me ha enviado a ustedes». (Éxodo 3:13–14)
La palabra hebrea para «Yo Soy» es hayah, que es una manera del verbo «ser». Hayah denota que Dios es atemporal, denota Su existencia eterna y Su autoexistencia. Algunas traducciones usan el futuro «seré quien seré». También conocida por lo judíos como «el nombre», la palabra Hayah era tan respetada que nunca la decían en voz alta. En lugar de eso, los judíos sustituyeron otras letras y añadieron vocales creando el nombre Jehová o Yahweh. En nuestras Biblias, el nombre se traduce como Señor. Yahweh es el nombre personal de Dios, el único nombre que Él se dio a Sí mismo.
Dios también le dijo a Moisés:
—Así dirás al pueblo de Israel: «Yahveh, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre eterno, el nombre que deben recordar por todas las generaciones». (Éxodo 3:15)
Jesús invocó el nombre de Yo Soy en otra ocasión durante un encuentro con la mujer samaritana en el pozo:
«La mujer dijo: —Sé que el Mesías está por venir, al que llaman Cristo. Cuando él venga, nos explicará todas las cosas.
Entonces Jesús le dijo: —¡Yo Soy el Mesías!» (Juan 4:25–26)
Esta frase causó una reacción completamente distinta en la mujer que en los fariseos. Ella respondió con fe y con hechos, dejó su vasija para decir a todos que fueran a conocer al Cristo (Juan 4:28–29).
Al igual que la mujer samaritana y los fariseos, tenemos la oportunidad de responder ante Jesús, el Yo Soy. La mujer se maravilló y corrió a contar a todos los del pueblo lo que este hombre sabía de ella. Los fariseos agarraron piedras para matarlo a Él. Que nosotros respondamos con fe y que descansemos en el conocimiento de que Jesucristo no es simplemente un gran profeta o un hacedor de milagros. Él es Dios mismo, el Hijo, la segunda persona de la Trinidad, el eterno Yo Soy.
Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.