Daniel 2:37-40

¿Qué tan firme es el reino en el que has puesto tu esperanza?

Después de describir la estatua, Daniel revela su significado: «Tú, oh rey… eres la cabeza de oro. Después de ti surgirá otro reino inferior al tuyo, y luego un tercer reino de bronce… y un cuarto, fuerte como el hierro…» (Daniel 2:37–40, NBLA). Sus palabras son directas: incluso el hombre más poderoso del mundo debía saber que su gloria tenía fecha de caducidad.

Así avanza la historia humana: una sucesión de imperios que se elevan y caen. El oro cede a la plata, la plata al bronce, el bronce al hierro, y el hierro termina mezclado con barro: brillante por fuera, pero frágil por dentro. Y en medio de esa fragilidad, irrumpe lo eterno: «El Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido» (v. 44, NBLA).

El centro de esta visión no es Babilonia, ni Persia, ni Roma, ni ningún poder humano. Es el Reino de Dios: inaugurado por una piedra no cortada con manos, establecido por gracia y destinado a llenar la tierra.

Este pasaje nos invita a reflexionar: ¿dónde depositamos nuestra identidad? Muchos vivimos obsesionados con el ascenso—más influencia, más poder, más seguridad. Pero todo eso, aunque legítimo, es transitorio. Solo hay un Reino que no se tambalea ni colapsa: el de Cristo.

¿Dónde estás edificando tu identidad? ¿En estructuras que se desmoronan o en la roca eterna?

Todo lo humano pasa. Solo el Reino de Dios permanece. Invierte tu vida en lo que no se oxida ni se quiebra.

Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.