Proverbios 19, 24, 28-30

Los fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica formaron esa naciónn bajo la premisa de que cada individuo tendría que enfrentarse a Dios algún día y dar cuentas por sus creencias y conducta. Así, Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en el primer estado moderno que estableciera un designio oficial de tolerancia religiosa, que se formalizó en la primera enmienda de la constitución:

«El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o la prohibición del libre ejercicio de dicha actividad, o coartar la libertad de expresión o de impresión, o el derecho del pueblo de reunirse pacíficamente y de solicitar al gobierno reparación de agravios».

Con estas palabras, los fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica concedieron a todos los ciudadanos «la gracia para permitir que los demás fuesen diferentes». La constitución nos protege de una interferencia gubernamental o de la intromisión de nuestro prójimo con respecto a nuestra relación con Dios. Esto se puede resumir como la tolerancia en su máxima expresión en lo que respecta a la legislación política y religiosa. Esta legislación permite que las personas que están en desacuerdo puedan vivir en una armonía razonable los unos con los otros.

En años recientes, sin embargo, el término tolerancia ha dado un giro preocupante. Se ha convertido en una palabra común en la sociedad actual y ahora significa que no solo debemos vivir pacíficamente con aquellas personas que tienen creencias contrarias a las nuestras sino que también debemos aceptar que sus creencias sean verdaderas como las nuestras. Por ende, si no afirmamos la conducta o las creencias de los demás, se nos culpa de intolerantes. Considere, por ejemplo, un grupo de personas que decide que la poligamia es un estilo de vida alternativo y le exige al gobierno que los reconozca legalmente y afirme los matrimonios múltiples. Si usted o yo utilizamos el derecho de la primera enmienda para mostrarnos en desacuerdo abiertamente, automáticamente nos convierten en culpables de «intolerancia». Por esta razón, la tolerancia se ha vuelto un término negativo entre muchos fieles creyentes en Cristo.

Claramente, esta no es la clase de tolerancia que se muestra en las Escrituras. Cuando hablamos de tolerancia e intolerancia, tenga en mente que un creyente genuino no puede respaldar nada que sea contrario a la Biblia.

Reflexión: ¿De qué forma ha sido impactado por la definición incorrecta de tolerancia o intolerancia? ¿Cómo reacciono? Ahora que tiene una mejor definición de esos términos, ¿de qué forma reaccionará ante futuras acusaciones de que es intolerante?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.