1 Reyes 17-19

El progreso es parecido a un gigante con dos cabezas, ¿no le parece?

Mirando hacia atrás, es admirable, casi heroico. Saludamos a los visionarios de antaño. Ellos emergen de las páginas de nuestros libros de historia como hombres y mujeres de fe gallarda. Meneamos las cabezas en asombro al imaginar el coraje herculano que requirió mantenerse tan confiadamente cuando la mayoría ponía caras serias con los ceños fruncidos. El progreso de ayer gana para sí los monumentos de piedra que existen hoy.

Mirando hacia atrás, aplaudimos a aquellos que rehusaron aceptar no como una respuesta. Los citamos con entusiasmo. Hasta nombramos a nuestros hijos con los nombres de ellos.

¿Pero hoy? ¿Qué hacemos con tales criaturas hoy? Les rotulamos como malcontentos irritantes, idealistas temerarios que simplemente rehúsan sentarse y permanecer en silencio. Los soñadores progresistas de hoy son vistos como extremistas permisivos, de ojos desorbitados.

Ya que no ofrecen mucha esperanza para el sistema corporativo (ya que odian el statu quo), la mayoría de ellos tienen dificultades participando dentro del sistema. De hecho, odian el sistema. Pero lo que les falta en diplomacia lo superan con creces en persistencia. No son cooperativos. Sí son resilientes. Denles un par de siglos y es probable que sean titulados caballeros. Pero en el presente, parecen estar locos.

Por ejemplo, apenas puedo pensar en media decena de iglesias que considerarían siquiera a Martin Lutero para candidato para su púlpito. Para ustedes que están en los negocios, es dudoso que contratarían a Thomas Edison o a Leonardo da Vinci para ser parte de su compañía. ¿Y cuál seminario evangélico se arriesgaría a exponer a sus alumnos que estudian teología sistemática a un teólogo fogoso como John Knox? O dígame, ¿cómo calzaría un Ludwig van Beethoven, espíritu libre y cargado de emoción, en el rol formal de director del departamento de música en cualquier universidad? ¿Y quién escogería entrar en una batalla junto con un oficial de mando, de sangre y agallas que dispara de frente como George Patton o Smith “el loco rematado”? Por lo demás, ¿cuántos votos ganaría un visionario endurecido, sin pelos en la lengua y con sobrepeso como Winston Churchill—o el poco pulido Andrew Jackson—en nuestro día de gobierno pulido y de burócratas y políticos intocables? ¿Cree usted que respetaríamos su progresismo y valoraríamos su visión? No apueste en ello. La gente del tiempo de ellos tampoco lo hicieron.

Un héroe bíblico que complicó de manera especial el statu quo nacional—y cuya vida incluyó la agonía y el éxtasis—fue Elías. Siga el desarrollo de su carrera profética en 1 Reyes 17-19. ¿Cuál es el legado de él para usted?

Mañana hablaremos más sobre tales tipos de águila-revolucionarios. Es posible que usted se dé cuenta de que es uno de ellos.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.