Filipenses 3:7-11
Ayer le conté sobre mis días en el Cuerpo de la Marina, en una cabaña de metal corrugado en Okinawa en el año 1958. Fue un tiempo intenso viviendo entre aquellos cuyo estilo de vida era para mí nauseabundo y vacío. Puedo trazar mi aceptación de las circunstancias y el giro de mi enfoque a un solo versículo de las Escrituras. Cuando de paso lo encontré, parecía saltar de la página. Descubrí que me pasó lo mismo que a la autora Annie Dillard, quien, al darse cuenta de una gran cantidad de cosas en la destellante luz de un instante, exclamó: «Toda mi vida yo había sido una campana, y nunca lo supe hasta ese momento cuando fui levantada y golpeada».
Fue un domingo, tarde en la noche. Me encontraba en uno de esos buses orientales, viejos y gastados, que iba serpenteando y rebotando camino de regreso a la base. Todos los que me rodeaban estaban atontados por la ebriedad o roncando de cansancio. Yo iba sentado en el asiento trasero ojeando mi copia del Nuevo Testamento amplificado, con la ayuda de una pequeña linterna, y allí estaba, esperando ser encontrado . . . ser creído . . . ser puesto en práctica. Filipenses 3:10 decía todo lo que yo necesitaba escuchar:
[Pues es mi propósito definitivo] conocer a Cristo [para que pueda progresivamente conocerlo más profunda e íntimamente, percibiendo y reconociendo y entendiendo las maravillas de Su Persona más fuerte y claramente] y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos [que obra en los creyentes]. ¡Quiero sufrir con él y participar de [ser hecho parecido a Él en espíritu hasta en] su muerte!
Pensé: «Eso es . . . allí, en una gran declaración, está todo».
«Quiero conocerlo. También quiero modelar el poder que viene de Su resurrección. Y ciertamente quiero ser transformado continuamente a ser más parecido a Él . . . lo que requiere que acepte mi parte del sufrimiento». Desde ese momento mi campana fue «levantada y golpeada», ¡y qué diferencia ha producido! Lo recuerdo bien, como si hubiera ocurrido el mes pasado.
Ahora, ¿por qué razón ocuparía su tiempo para servirle esta porción de mi vida? Tres razones. Primera, porque nuestro Señor nunca desperdicia los tiempos de prueba. El dolor y las luchas y la confusión conectados con mi situación solo parecían fútiles e injustas. Segunda, porque Su Palabra ofrece esperanza cuando todo parece desesperanza. Hay cientos de otras verdades tipo filipenses-tres-diez esperando ser descubiertas. Tercera, porque puntos de giro no se limitan a lugares como la barraca de los Marinos en La Roca.
Todos estos tres principios podrían unirse al mismo tiempo para usted . . . este año actual . . . posiblemente este mes. Espero que sí. Entonces será su turno para contarlo, por lo que recuérdelo bien.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.