Mateo 1:23
Mientras que la mayoría de los padres que esperan un hijo tienen que decidir cómo van a llamar a su bebé, María y José no tuvieron que hacer esta tarea específica. Cuando el ángel se apareció a José en un sueño para asegurarle de que el hijo de María realmente era divino, le dijo a José cómo llamar al bebé cuando naciera. Aquí leemos las palabras tan conocidas: «Y tendrás un hijo y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21). José debía tomar a María como esposa sabiendo que su hijo era realmente el Hijo de Dios.
Pero luego Mateo añadió su comentario sobre lo que dijo el ángel: «Todo eso sucedió para que se cumpliera el mensaje del Señor a través de su profeta [Isaías]: «¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa “Dios está con nosotros”» (Mateo 1:22–23).
¿De qué manera Jesús, como Emanuel, cumplió la profecía de Isaías? Exploremos el contexto original primero.
Isaías el profeta estaba confrontando a Acaz, el rey impío de Judá, quien consideró hacer un tratado con Asiria para evitar un ataque de Siria e Israel en el norte. Isaías advirtió a Acaz de no hacer ese tratado asegurándole de que el Señor salvaría a Judá de otra manera. Aunque Isaías le insistió en que pidiera una señal al Señor para confirmar lo que decía Isaías, Acaz se negó. Isaías respondió:
«Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La
virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán
Emanuel» (Isaías 7:14).
La palabra hebrea que se usa aquí para decir «virgen» es almah, que significa una mujer no casada, «una mujer joven», lo cual también se decía para referirse a una mujer casada que no había dado luz a un hijo.1 Los eruditos difieren en la identidad del hijo nacido en el tiempo de Acaz que cumpliría la profecía de Isaías en relación a los reyes de Israel y Siria. Pero todos están de acuerdo en que Dios estaba asegurando a Acaz de Su presencia durante la situación política de Judá. El hijo sería una señal para Acaz, cuando Judá fuera liberado, ya que Dios habría predicho que Él estaría con Su pueblo.
Cuando Mateo, más de 700 años después, citó las palabras de Isaías en referencia al nacimiento de Jesús, el escritor del evangelio declaró que Jesús era el Mesías, el cumplimiento final de Dios de la profecía. Eligió traducir almah con un término parecido, aunque con un significado aún más limitado. El término griego que usó, parthenos, solo puede usarse para referirse a una mujer joven que nunca ha tenido relaciones sexuales.2 De esta manera, Mateo enfatizó la virginidad de María (Mateo 1:25) y resaltó las circunstancias milagrosas de la concepción y el nacimiento de Jesús.
Este niño no sería un bebé típico, sino el Hijo de Dios, Dios mismo en forma humana. Al venir a Su pueblo de esta manera, Jesús fue la personificación del concepto de «Dios con nosotros», mientras que el niño que nació en el tiempo de Acaz simplemente simbolizaba la presencia de Dios. Jesús se convirtió en Emanuel. Él entró en el tiempo y en el espacio para unirse a Su pueblo elegido como parte de Su gran plan de redención. Esta declaración habría resonado y consolado a los lectores originales de Mateo quienes eran mayormente judíos.
Jesús sigue siendo Emanuel hoy. Cuando ascendió al cielo dijo a Sus seguidores: «estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos» (Mateo 28:20). A través de Su Espíritu que envió a Sus discípulos en pentecostés y otorgado a cada creyente desde entonces, Jesús sigue con nosotros. Podemos animarnos al saber que el Dios de Isaías sigue revelándose cuando clamamos a Él. Es Jesús Emanuel, Dios con nosotros.
Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.