Daniel 4:4
¿Has considerado que el éxito puede ser más peligroso para tu alma que el fracaso?
Nabucodonosor no era un fracasado. Era el hombre del momento: conquistas militares, prosperidad económica, obras majestuosas. Podía decir con razón: «Estaba tranquilo en mi casa y próspero en mi palacio» (cf. Daniel 4:4). Humanamente, era un sueño hecho realidad. Espiritualmente, era una bomba de tiempo.
El problema no era su éxito, sino lo que el éxito hizo en su corazón. En lugar de verlo como regalo, lo vio como derecho. En vez de adorador agradecido, se convirtió en dueño arrogante. Hasta que el mismo Dios que le había dado todo le mostró que podía quitárselo en un instante.
Hoy seguimos creyendo la mentira de que «cuando tenga estabilidad económica, reconocimiento, una buena posición, entonces estaré bien». Pero Daniel 4 nos enseña que puedes tenerlo todo y, al mismo tiempo, estar a un paso de perder la razón. El éxito sin rendición es una enfermedad muy sutil.
Tal vez Dios no quiera quitarte lo que tienes, pero sí quiere sanarte del modo en que lo miras. Tu empresa, tu ministerio, tu prestigio profesional, incluso tu buena reputación en la iglesia… todo puede convertirse en Babilonia si se vuelve el centro de tu identidad.
Nada es más peligroso que un corazón orgulloso escondido detrás de una vida «exitosa»; el éxito sin humildad es una Babilonia lista para caer.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

