Daniel 2

Antes de entrar en los detalles del sueño de Nabucodonosor, detengámonos a reflexionar sobre las lecciones que nos ha dejado esta parte de la historia. La primera es profunda y sencilla: Dios obra mejor en escenarios que parecen imposibles. De hecho, es allí donde Su gloria brilla con mayor intensidad.

Sí, a veces permite que lleguemos al borde de lo inaguantable, al umbral de nuestras fuerzas, donde todo lo humano se agota y lo divino comienza. Donde no hay opciones humanas ni salidas visibles. Y entonces dice: “Salta… Yo te sostengo.” Y cuando lo hace, entendemos algo nuevo sobre Su fidelidad, algo que jamás habríamos aprendido en la comodidad.

Daniel vivió eso. Estaba bajo amenaza de muerte, sin respuestas, sin tiempo, sin recursos… sin otra alternativa más que confiar. Pero le quedaba lo esencial: la presencia y el poder de su Dios. Y fue allí, en esa aparente derrota, donde vio el poder de Dios más claro que nunca. Lo que parecía un callejón sin salida se convirtió en un corredor de propósito.

Tal vez tú estás en un lugar así. Una crisis. Una pérdida. Un callejón sin salida. Una noche sin sueño. Una batalla silenciosa que nadie más comprende. Recuerda: ese puede ser el escenario perfecto para que Dios se glorifique. Porque Él no está ausente en tus límites; está obrando en ellos.

Dios no te lleva al límite para destruirte, sino para mostrarte que Él es tu sostén cuando todo lo demás falla. Y cuando ya no puedes dar un paso más, Él te cargará en brazos de gracia.

Dios no permite límites para quebrarte, sino para revelarte que Su fidelidad empieza donde terminan tus fuerzas.

Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.