Ester 7: 6—10
La acción de Dios no está unida a nuestro reloj; está unida a nuestras crisis. Por eso a Dios no le preocupa si hoy es el último día en que usted podrá comprar ese automóvil que está en liquidación. A Dios no le importa que sea el primer día de verano, pleno mediodía, las siete y cuarto o diez minutos para la una de la mañana. Su tiempo no guarda relación con la hora del reloj del planeta Tierra. Por eso mientras espera, mire más allá del presente.
¡La mejor manera de hacer esto es orando! Haga su vida una vida de oración. Dígale al Señor, con angustia si es necesario, el dolor que le produce la espera. Exprésele su pánico. Dígale que está atrapado (pídale que se apresure, si eso ayuda. ¡Él lo entenderá!). Usted no sabe cómo podrá mantenerse a flote mucho más tiempo. En estos momentos, pídale que le ayude a ver más allá de la frustración y de los temores del presente.
Las sorpresas que están reservadas para nosotros no son simples ironías o casualidades, sino que han sido dispuestas soberanamente por Dios. Mientras usted espera a que Él actúe, confía en su justicia. Es posible que usted no viva para ver esa justicia, pero ella vendrá. Él es un Dios justo; usted sabe que esto es la verdad. Por tanto, confíe en Él.
He descubierto, mientras me encuentro en medio de la niebla, que mi gran tentación es o bien dudar o bien negar, quizás hasta sean la misma cosa, dudar o negar que Dios está en acción. Pero, la mayoría de las veces cuando algo parece ser el fin absoluto es realmente solo el comienzo. Puedo ver esto cuando echó una mirada al pasado.
Ester, nuestra heroína, es un precioso ejemplo a seguir. Y su historia es, de veras, para ser recordada. Pero ¿cuál es el mejor punto central de todo? Dios mismo. ¡Qué forma de actuar tan perfecta, qué control tan soberano, y qué manera de cambiar el rostro de las cosas cuando Él interviene! Una reina que antes era pasiva, ahora está activamente al frente de la situación. Un rey que fue engañado, es ahora informado de todo. Un enemigo que apenas momentos antes estuvo a punto de exterminar a un pueblo, es ahora objeto de menosprecio. Y esa horca espantosa, construida para un judío llamado Mardoqueo ahogara el cuerpo de un gentil llamado Amán.
¿Cuándo aprendemos por fin? En el momento preciso, cuando tendrá su mayor impacto. Dios le pone fin a su silencio y actúa soberanamente. Y cuando lo hace, la vida se llena de sorpresas.
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.