Ester 4: 12—16

Una gran respuesta ¿no? ¿No es una mujer admirable? Tuvo apenas unos momentos para pensar en lo que Mardoqueo le había dicho, un breve tiempo para evaluar su consejo, y eso era todo lo que necesitaba. Se propuso marcar una diferencia, sin importarle las consecuencias personales. «Si perezco, que perezca. Si un guardia hunde su espada en mi cuerpo, moriré haciendo lo correcto». Ester ha pasado del temor al abandono y la fe; de la duda ala confianza y determinación; y de la preocupación por su propia seguridad a la preocupación por la supervivencia de su pueblo. Ha llegado a su hora de decisión personal, y no fue hallada falta en ella.

¿Recuerda cuando el padre de David le pidió que dejara las ovejas para llevar comida y provisiones a sus hermanos que estaban combatiendo contra los filisteos en el valle de Ela? Cuando David llegó allí, encontró al gigante Goliat yendo de un lado a otro del campo de batalla, burlándose del Dios de Israel y blasfemando contra él. Cuando David se entera de lo que está sucediendo, dice: «Hagamos algo». Ante esto su hermano mayor, Eliab, se ríe, y le dice con sarcasmo: «¿Así que tú vas a ser el gran héroe, eh? ¿Y qué será de todas esas ovejitas mientras estás aquí en el campo de batalla con nosotros?» ¿Recuerda la respuesta del joven David? En nuestras palabras diríamos que le respondió algo así como ¿no hay una causa? (1 Samuel 17:29) y poco después, saca una honda y derriba a Goliat con una piedra lisa.

«¡Por supuesto que hay una causa!», implica David si no con palabras, por lo menos con sus acciones. «¿Qué hacen ustedes en sus tiendas, temblándoles las rodillas? ¡Allí afuera hay un gigante que odia la causa del Dios vivo! ¿Qué hacen allí parados? Nuestro Dios peleará por mí. Y si perezco, que perezca».

Ester pensó de igual manera, se dio cuenta de que afuera había un enemigo, no solo de su pueblo, sino más importante aún, del Dios vivo. Tan pronto como tuvo conciencia de esto, la comodidad del palacio se le volvió molesta.

«Basta ya de la vida fácil», dijo Ester. «Es hora de que hable claro. Soy judía y creo en el Dios vivo. Estoy lista para enfrentarme sola en defensa de mi pueblo. Y si perezco, que perezca».

¿Hay en su corazón y su mente «una causa»?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.