Ester 4: 12—14

Usted se puede preguntar: ¿Qué importa si me involucro o no? Importa mucho, ¡le importa a su carácter! Sí es cierto que Dios tiene otras maneras de lograr sus propósitos. Tiene a otras personas que Él puede utilizar. Él no se frustra ni se limita porque usted y yo podamos ser indiferentes. Pero si eso sucede, los perdedores somos nosotros. Si hemos sido llamados «para un tiempo como este», qué trágico será que no nos pongamos de pie en esta hora.

No habrá ninguna voz celestial urgiéndole a dar la cara. Ni tampoco el resplandor de un rayo le despertará en medio de su letargo. La cosa no funciona así; por lo tanto no se quede sentado esperando pasivamente. A nuestro derredor hay muchas necesidades y dificultades que nos llaman a levantarnos y a tomar acción. Aunque no podemos responder a todas ellas, ¡la solución no es responder a ninguna de ella! Por lo tanto, permítame puntualizar algunas cuestiones y necesidades que vale la pena considerar.

¿Está usted involucrado en la ayuda a familias disfuncionales? ¿Qué más dice de los que no tienen que comer y de los que viven en las calles? ¿O de los que están viviendo bajo el influjo de las drogas o el alcohol? ¿Qué hace en favor de los huérfanos y las viudas? En «un tiempo como este», ¿qué combate y qué defiende? ¿Se ha declarado en contra de la pornografía? ¿Apoya la causa del movimiento a favor de la vida y en contra del aborto? ¿Cuál es su posición ante la ausencia de masculinidad, y de todo el movimiento feminista extremo? ¿Qué me dice del horror del abuso sexual que se ha vuelto tan frecuente en nuestra sociedad? ¿O de los prejuicios en contra de otras razas o nacionalidades? ¿Qué me dice de los discapacitados, su desarrollo y sus derechos? Este es un tiempo urgente y de mucha necesidad. ¿Está usted listo para ser sal y luz, en este tiempo?

Usted estará dispuesto a arriesgarse solamente cuando crea que una sola persona puede marcar la diferencia. Deje de ser tan cuidadoso protegiéndose la espalda. Deje de preocuparse por lo que pensarán los demás. Usted no tiene que rendirles cuentas a ellos, sino a Dios, y Él le ayudará. Le dará la sabiduría y el arrojo necesarios. Es posible que usted sea solamente uno, pero es uno, por lo tanto, ¡arriésguese!

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.