Ester 2: 19—4: 14
Pesemos en Amán, él odia a Mardoqueo no solamente porque es judío, sino además porque Mardoqueo no se inclina delante de él. Por eso, Amán convence al rey de su plan. «Si haces lo que te dijo, pondré dinero en tus arcas. Lo único que te pido es que me des el derecho de limpiar al país de todos estos judíos». El rey Asuero, entonces, creyendo lo que le dice Amán e ignorando el brutal genocidio que está preparando, lo aprueba con un gesto de la mano: «Adelante, y haz todo lo que tengas que hacer»
Cuando Mardoqueo se entera de lo que Amán está planeando, toma una decisión crucial, pero peligrosa. Tiene que decírselo a Ester, su hija adoptiva. Ella tiene que conocer el diabólico plan de Amán. Ester se había convertido en reina, pero nadie sabía que ella era judía. Cuando fue escogida como la esposa del rey, Mardoqueo le aconsejó que no revelara a nadie su origen racial y ella obedientemente, no lo había hecho (Ester 2:10).
Mardoqueo no tenía ninguna duda de lo que los judíos sobrevivirían al holocausto. Estaba convencido de que Dios no permitiría que su pueblo fuera borrado de la faz de la tierra. Él y Ester podían ser asesinados, pero al final alguien salvaría a los judíos. Pero ¿y si el plan de Dios ya estaba en marcha? ¿Y si los medios ara esa liberación ya habían sido puestos en ejecución por medio de la mano de Dios? ¿Y si eso implicaba que Ester se involucrara? Ella era, después de todo, la reina.
«Escucha Ester», le dice Mardoqueo. «La mano de Dios hizo posible que yo conociera el mensaje de Amán de que los judíos serán examinados. Y la mano de Dios hizo posible que tú fueras nombrada reina. Quizás tú fuiste puesta en esta posición para esta crucial hora en nuestra historia. No te quedes callada. Esta es tu hora más grande. ¡Habla! y trata de convencer al rey, ¡detén este plan en contra de nuestro pueblo!»
He oído decir a algunas personas que ellas no pueden creer en la soberanía de Dios, porque eso lo vuelve pasivo a uno. Francamente, yo no lo veo así. NO si ella permanece balanceada y bíblicamente orientada. En todo caso, la soberanía de Dios me vuelve activo. Me impulsa hacia Dios al suplicarle: «Señor, involúcrame en el proceso, si eso no te place. Actívame en tu plan de acción. Estoy a tu disposición. Habla a través de mí. Úsame».
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.