Daniel 3:5
¿Qué haces cuando la cultura exige conformidad y tu conciencia exige fidelidad?
La escena es impresionante: todos los altos funcionarios del imperio se reúnen para la dedicación de la estatua dorada de Nabucodonosor. Sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces y magistrados. Una multitud de poder concentrada en el llano de Dura.
Entonces suena la orden: «En el momento en que oigan el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, se postren y adoren la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado» (Daniel 3:5, NBLA).
Nota algo importante: esta no es música que invita a la adoración genuina. Es música que fuerza la sumisión. No nace del corazón, sino del temor. No es expresión de amor, sino de control político.
Shadrach, Meshach y Abed-nego se encuentran en una encrucijada que miles enfrentamos hoy: cuando la cultura exige que «nos postremos» ante valores, ideologías o sistemas que contradicen nuestra fe. La música puede sonar hermosa, la multitud puede parecer unánime, pero el corazón sabe cuándo se le pide traicionar su lealtad suprema. La presión social no convierte lo incorrecto en correcto, por más melodiosa que suene.
Ni la melodía más sublime puede santificar la adoración dirigida al objeto equivocado; el corazón fiel adora por verdad, no por belleza.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

