Salmo 25:2
Dios mío, en ti confío;
no sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos.
Salmo 25:2
Es imposible pasar por la vida sin experimentar tiempos cuando uno no puede dejar de ver el camino a través de un valle profundo. Tiempos cuando el paquete que se nos entrega por la puerta de atrás viene en un envoltorio feo de muerte, o de aflicción, o de enfermedad, o incluso divorcio . . . John Selden, jurista y erudito británico, lo dice incluso más contundentemente: «El placer no es otra cosa que el interludio del dolor».
Tal vez usted se halle disfrutando del interludio. Tal vez usted esté sonriendo hoy. Tal vez su corazón está alegre y contento. Tal vez las respuestas a la oración han venido en forma hermosa y deliberada. Usted se deja llevar por el deleite. Pero también es muy posible que usted se esté viendo atrapado en las garras de la aflicción. A lo mejor está atravesando algunos de los días más duros de su vida. A lo mejor se está preguntando «¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué esta prueba?»
Cuando usted persevera en la prueba, Dios le da una medida especial de perspectiva. Usted se vuelve receptor del favor de Dios conforme Él le da algo que usted no aprendería de otra manera.
Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.