Hechos 2:36

¿Alguna vez ha leído una novela con ganas de llegar al final? Puede que le haya intrigado tanto la historia que no pudo evitar echar una mirada al final para saber lo que pasa. Ir a la última página puede que arruine una historia, pero con la Biblia, ocurre lo contrario. . . porque el final nos da esperanza. Piense en cómo el último pasaje resume los sesenta y seis libros: «Que la gracia del Señor Jesús sea con el pueblo santo de Dios» (Apocalipsis 22:21).

La palabra Señor tiene un significado rico que abarca la Biblia. En el Antiguo Testamento, los israelitas usaban este término para describir a Dios como maestro o dueño. Ser señor es ser el propietario de alguien o algo. Este término lleva la idea de una persona con soberanía sobre personas y lugares y que es capaz de influenciar el transcurso de la historia.

Durante la mayor parte del ministerio de Jesús, los discípulos usaban el título de Señor como señal de respeto, como refiriéndose al señor de una casa. Pero su opinión de Jesús cambió con Su muerte y resurrección. Los que habían creído luego asociaron a Jesús con el Señor del Antiguo Testamento a quien se le había dado toda autoridad. Pedro anunció el día de Pentecostés: «Por lo tanto, que todos en Israel sepan sin lugar a dudas, que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, ¡Dios lo ha hecho tanto Señor como Mesías!» (Hechos 2:36). ¡La resurrección lo cambió todo! La resurrección de Jesús aseguró el perdón de los pecados de todos los que confían en Él y en que Jesús es nuestro Señor (Romanos 6:5; 1 Corintios 6:20; 15:17). Puesto que Jesús es el único merecedor de alabanza y honor, los creyentes deben ordenar sus vidas reconociendo el señorío de Jesús. . . que pertenecemos a Él y que estamos dispuestos a obedecer Su voluntad como explican las Escrituras.

Pero ¿qué de Su señorío sobre la creación? Cuando observamos todo el caos y desastre del mundo, quizás nos preguntamos cómo es posible que Jesús sea el Señor. Si el título de Señor significa «estar a cargo», puede que parezca en ocasiones que el Señor Jesús se ha tomado un descanso largo. El pecado y la muerte se cuelan por cada grieta de este mundo con la expectativa de empeorar antes de que Jesús ponga fin al pecado y la muerte de una vez por todas.

No es de sorprenderse que Juan al final de Apocalipsis pidiera al Señor que volviera y terminara lo que empezó. «Ven, Señor Jesús» (Apocalipsis 22:20). Esta frase debería resonar en nuestros corazones porque sabemos que no todo está bien en el mundo. Pero podemos estar seguros de que Dios está al control. Jesús reinará como Señor hasta que todos los enemigos se hayan derrotado, incluso la muerte. Luego entregará el reino al Padre, quien demostrará Su señorío sobre todo (1 Corintios 15:26–28). Estas son las buenas noticias que vienen al final.

Pero qué fascinante ver lo que sigue a esta petición de que venga el Señor Jesús: una bendición para que la gracia del Señor Jesús esté con nosotros. Estas son las últimas palabras de Dios para nosotros, que la gracia de nuestro Señor esté con nosotros. Necesitamos Su gracia para continuar, para darnos la resistencia para vivir bien en este mundo de caos. La gracia del Señor nos sostiene y asegura de Su soberanía cuando nos vemos tentados por el miedo y cuestionamos Su reino. Pero podemos estar seguros de que Dios está en control. Él es el Señor que provee gracia y esperanza.

Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.