Daniel 2:27–30
¿Te ha tocado estar bajo presión, sabiendo que todos esperan que tú tengas la respuesta correcta?
Estar en el centro de la expectativa ajena puede ser abrumador. Es ese instante cuando los ojos te miran, los corazones esperan, y el momento exige una respuesta certera. Así se encontraba Daniel: delante del rey más poderoso del mundo, con una vida en juego y un misterio por revelar. Era su gran oportunidad… pero no buscó robarse el protagonismo. En vez de brillar él, decidió reflejar la gloria de Dios.
«Este misterio no lo pueden revelar al rey ni sabios, ni encantadores, ni magos, ni adivinos. Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios… Y a mí no me ha sido revelado este misterio por sabiduría que haya en mí más que en cualquier otro ser viviente, sino para dar a conocer la interpretación al rey» (Daniel 2:27–30, NBLA).
¡Qué declaración tan poderosa! Daniel no se presentó como un héroe, sino como un heraldo. No se apoyó en sus dones ni en su reputación, sino en el carácter de un Dios que revela lo oculto. Con humildad reverente y convicción firme, dejó claro que su papel era ser un instrumento… no el autor.
Esa misma actitud es vital hoy. Tal vez Dios te ha colocado en un lugar donde otros te miran con expectativa. No olvides: los reflectores pueden apuntarte a ti, pero la gloria pertenece al cielo.
Cuando Dios te confía una respuesta, no es para engrandecerte… sino para exaltar Su sabiduría por medio de ti.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.