Daniel 2:35
¿Puede algo pequeño transformar el mundo entero?
En el sueño de Nabucodonosor, después de que la estatua se derrumba, ocurre lo inesperado: «La piedra que hirió la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra» (Daniel 2:35, NBLA). No solo destruye lo anterior; lo reemplaza con algo mejor. Lo que empieza como una piedra—insignificante ante metales preciosos—se convierte en una montaña que abarca todo.
Este es uno de los símbolos más potentes del Reino de Dios: comienza pequeño, como semilla, piedra o voz en el desierto. Pero su origen divino garantiza su expansión imparable. A diferencia de los imperios humanos, que se erosionan con el tiempo, el Reino del Mesías crece con propósito y sin prisa. No se impone con violencia, sino que transforma desde adentro.
Siglos después, Jesús diría: «El Reino de Dios es como un grano de mostaza… aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece, es más grande» (Mt 13:31–32, NBLA). La piedra que vio el rey es la misma que Pedro llamaría «piedra viva» (1 P 2:4, NBLA), escogida por Dios, rechazada por hombres, fundamento eterno para los que creen.
Hoy, cuando las voces del caos parecen más fuertes, no subestimes la piedra. Ya está creciendo. Dios llena la tierra con Su justicia, Su verdad y Su paz.
Lo pequeño de Dios supera lo grande del mundo. Alinea tu vida con el Reino que crece y permanece para siempre.
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.