Éxodo 2:15-25

Moisés sufrió una caída desde muy alto. Al retomar el relato bíblico, es un hombre abatido, una alma herida y vapuleada que ha caído de repente en lo más hondo. En apenas unos pocos días, ha descendido de la cima de la pirámide como el faraón designado, y se ha convertido en un vulgar fugitivo, sin un céntimo en el bolsillo y como si esto no fuera suficiente, en el lugar más olvidado de la tierra.

Por vivir en una cultura orientada a la venta de productos, nos gusta empaquetar nuestra fe también. Preferimos vender una versión habilidosa y reducida de la salvación que incluye la prosperidad y la paz, una dicha infinita aquí y ahora, y después en el cielo. Aunque no hay nada malo en enseñar principios que pueden resultar en un éxito verdadero dado por Dios, está mal que dejemos de mencionar el proceso, el cual debe incluir inevitablemente tiempos de derrota y fracaso.

No tengo que remontar mi pensamiento muy atrás para recordar la semana en que fallé por completo. No he acertado ni una. Y no tengo que ser un profeta para reclamar que a usted le ha sucedido lo mismo alguna vez. Por supuesto que sí. Hasta es posible que esté teniendo una semana así ahora mismo, mientras lee estas palabras.

Lo que me gustaría saber, para empezar, es quién inventó ese estándar de perfección de la vida color de rosa todo el tiempo. Dios sabe muy bien que nosotros no somos capaces de producir perfección; fue por eso que Jesús, el perfecto hijo de Dios, murió misericordiosamente en lugar nuestro. Fue por eso que Él nos dio una posición de perfecta justicia en Él, recordándonos, por el contrario, que nuestras experiencias diarias serán con frecuencia de fracaso.

Si usted, amigo mío, está esperando tener una semana perfecta y sin problemas, va a esperar en vano. Eso no existe. Si no aprendemos cómo sacar lecciones de los tiempos de fracaso y pérdida, nos mantendremos repitiendo los mismos fracasos, hundiéndonos en un hueco más profundo, en vez de seguir avanzando a medida que crecemos.

Lo que usted y yo necesitamos es recordar el proceso que lleva a los momentos de éxito y victoria. Luego, con los recuerdos de esos hermosos momentos brillando en nuestra mente, aprenderemos cómo evitar algunos de esos valles, o cómo salir de ellos más rápidamente. Creo que ese proceso es tan importante como el producto final mismo.