Muchas iglesias y hogares cristianos tienen hombres pasivos pero pocas veces hablamos de ello de manera directa. ¿Por qué algunos hombres, en vez de dirigir, se han alejado y enmudecido frente a sus esposas, sus familias y sus iglesias?

Las siguientes son algunas de las posibilidades:

Falta de confianza en sí mismos. Algunos hombres nunca han tenido una buena autoestima. Fueron criados por padres que no los afirmaron o los amaron incondicionalmente. En otras palabras, nada de lo que hacían era suficiente.

Mientras que algunos hombres tratan de compensar esto y se convierten en personas agresivas, otros simplemente caen en la pasividad. Tienen miedo de tomar malas decisiones y por lo tanto prefieren evitarlas. Otros hombres, que tal vez antes fueron líderes con buena autoestima, experimentaron algo durante su matrimonio, su iglesia o su vocación que les afectó internamente. Ahora constantemente les cuesta tomar decisiones; se sienten desubicados e inseguros.

Sueños rotos. Siempre llega un momento en la vida de los hombres cuando al considerar diferentes aspectos de sus vidas piensan que la vida ha sido excelente y que nada podría superar ese momento en sus vidas. Quizás se encuentran en el escalón más alto de su trabajo y sus opciones para ascender son limitadas. Para otros, el sueño del éxito nunca se materializó. De hecho, sufrieron un gran fracaso, fueron despedidos o cayeron en bancarrota. Su salud, que antes era excepcionalmente buena, ahora está por debajo del promedio. La vida que soñaron se ha convertido en una existencia monótona.

Abrumados. Parte del liderazgo es la capacidad para tomar decisiones. Un hombre puede sentirse muy abrumado por el número de demandas diarias y decisiones que le acosan. En esos casos, la parálisis de la pasividad toma prioridad ya que parece ser mejor que no hacer nada. Utilizan la táctica de la evasión y piensan que con ello la situación va a cambiar sin que sea necesario tomar una decisión o esperan que alguien más la tome por ellos.

La oposición. Algunos hombres cuando intentan liderar sus hogares encuentran oposición por parte de sus esposas. Cuando tratan de iniciar algo, sus esposas se sienten obligadas a hacer un comentario, controlar, criticar o hacer una comparación. Desde la perspectiva de esa mujer, ella está intentando ayudar. Desde la perspectiva de ese hombre es más fácil seguirle la corriente, al menos exteriormente. Para ellos es preferible tener una paz relativa en el hogar y ser acusado de ser un mal líder que tener un conflicto constante con ella cada vez que él intenta liderar. Simplemente, no vale la pena. De manera irónica, si en respuesta a la oposición que recibe por parte de su esposa él comienza a tomar el control y actuar como el líder de la familia, siente que es él quien sigue el liderazgo de ella. Y si por el contrario él se niega a liderar, será visto como un hombre pasivo y obstinado.

Una palabra a los esposos

La Escritura le habla a los esposos y a las esposas sobre el liderazgo del hombre.

Efesios 5:23 dice: «Porque el esposo es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia . . .» Ser cabeza significa tener un liderazgo amoroso. Este es un mandamiento para todos los esposos, incluyendo los pasivos. Pero solo puede lograrse por medio del poder del Espíritu Santo (5:18). Solamente por medio del Espíritu se puede reconocer y vencer ese comportamiento pasivo. Es al confesar esa pasividad y dársela al Espíritu Santo que recibiremos la habilidad para liderar.

  • Reciba el ánimo que necesita para tener confianza en sí mismo y para dar el primer paso.
  • Reconozca el propósito del Espíritu en su vida para que pueda tener nuevos sueños para Él.
  • Experimente una paz mental de tal forma que no le abrumen las complejidades de la vida.
  • Responda a su esposa de una manera sabia mientras busca mostrar ese liderazgo amoroso que usted y Dios desean. Deje de reaccionar ante ella y responsabilícese por ser el líder que ella necesita.

Una palabra para las esposas

Efesios 5:33 dice: «La esposa debe respetar su marido». Los siguientes consejos pueden ayudarle a mostrar ese respeto.

  • Ore por él. Alguien dijo sabiamente: «Cambie las cosas que usted puede cambiar y ore acerca de las cosas que no puede cambiar». Las personas son una de esas cosas que usted no puede cambiar. Solo Dios puede cambiar las personas, incluyendo su esposo.
  • Elógielo. El hombre necesita sentirse apreciado. En vez de pensar que las cosas que él hace son su obligación, exprésele su gratitud. Quizás la reacción de su marido sea muy simple, pero él necesita sentirse apreciado y con el tiempo aprenderá a aceptar sus elogios.
  • Escúchelo. Muchas esposas necesitan escuchar más y hablar menos. Eso significa poner atención para comprender lo que dice y lo que no dice. Ya que su esposo no está acostumbrado hacerlo, tendrá que esperar a que él hable primero. No lo presione. Cuando él sepa que usted verdaderamente está dispuesta a escucharle y no va a discutir o presionarle, él se abrirá a usted.

En resumen: sea una persona compasiva, amorosa, humilde y solidaria. Eso es para ambos, sin excepción. No busque la venganza ni el sarcasmo. Al contrario, bendiga a su cónyuge. Su trabajo es bendecirle (1 Pedro 3:8-9).