1 Pedro 1:6-7

Aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo. 1 Pedro 1:6-7

 

PADRE CELESTIAL, AUNQUE SEA DIFÍCIL soportarlo, te agradecemos porque nos transformas a través del crisol del dolor. El dolor desafía nuestros temores, invade nuestros resentimientos, cambia nuestros hábitos y acaba con nuestra arrogancia. Esos momentos en el crisol son tan fuertes que a veces parecen arruinar nuestras vidas. Ayúdanos a comprender, Padre, que es lo opuesto. Tú estás renovando toda nuestra persona interior, no solamente por el sufrimiento de nuestra carne sino también al quebrantamiento de nuestras voluntades. Sabemos, Padre, que estás involucrado completamente en nuestras vidas durante esas experiencias tan dolorosas.

Te pedimos que en el proceso de moldearnos y de quebrantar nuestros corazones, seamos receptivos a Tu voluntad. Te pedimos que por Tu gracia, de vez en cuando, reveles las razones del crisol con esas profundas enseñanzas y nuevas dimensiones de vida espiritual que sólo el sufrimiento puede producir.

Te agradecemos por moldearnos a la imagen de Tu Hijo, quien cuando estaba en Getsemaní dijo: «No se haga mi voluntad sino la Tuya». Oramos en el nombre de nuestro Salvador, quien siendo Tu Hijo, aprendió la obediencia a través de Su sufrimiento. Amén.

Véase también Lucas 22:42; Santiago 1:12-13; 1 Pedro 4:12-13; Hebreos 5:8.

 

EL CAMINO ARDUO A LA MADUREZ

Un día mientras almorzaba con un exitoso hombre de negocios, el tema de la sabiduría surgía a cada rato en la conversación. En un momento le pregunté: «¿Cómo puede una persona obtener sabiduría? Lo dije porque siempre se habla de ser hombres de sabiduría, pero pocos hablan acerca de cómo obtenerla».

Su respuesta fue directa y al punto: «El dolor».

Hice una pausa y lo miré a los ojos. No conocía toda su vida, pero con esa respuesta supe que esa palabra no era solo algo teórico. El dolor y él se conocían muy bien. Después de escuchar lo que había estado sufriendo en meses recientes, le dije que notaba que había estado tanto tiempo en el crisol que seguramente ya tendría un doctorado en sabiduría. Le mencioné un par de versículos del primer capítulo de Santiago: «Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada» (vv.2-4).

¿No son esas palabras increíbles? Y más importante aún, son absolutamente verdaderas. Al convivir con las pruebas de la vida y las tentaciones; al permitirles que entren a nuestro mundo privado y que generen la peculiar cualidad de la perseverancia, nos convertimos en personas con un carácter maduro. No existen atajos, no hay tal cosa como una perseverancia instantánea. El dolor causado por las interrupciones, las decepciones, la pérdida, el fracaso, los accidentes y la enfermedad son parte del arduo y largo camino a la madurez, la cual nos lleva la sabiduría. No hay otro camino.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.